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La lectura gallega de las memorias de Rajoy

La crónica del exlíder del PP de su paso por el Gobierno de España incluye referencias a su tierra: sus inicios en política, su ironía gallega, el siniestro del Prestige o el castillo de Soutomaior.

Mariano Rajoy en el Foro La Toja. // Muñiz

Hoy sale a la venta Una España mejor, la crónica personal de Mariano Rajoy sobre su paso por el Gobierno de España en tiempos convulsos y que terminó abruptamente con el triunfo de la moción de censura de Pedro Sánchez.

Como gallego que es, las referencias a su tierra. El exlíder del PP, hoy reconvertido a registrador de la propiedad en Madrid, rememora sus inicios en política en Galicia, el accidente del Prestige, la crisis de las vacas locas, y deja constancia de su afecto y admiración por Xerardo Fernández Albor, Manuel Fraga y José Manuel Romay Beccaría. Feijóo, que pudo ser sucesor al frente del PP, peor renunció, aparece de refilón. A Pablo Casado, ni se le menciona.

Consciente de que sus memorias sobre su estancias en la Moncloa se leerán con lupa, y se medirán tanto los adjetivos que dedica a unos y otros, como las menciones y faltas, Rajoy advierte: "Nadie debe tener la tentación de hacer lecturas políticas de las presencias o las ausencias de unas personas u otras. No hay más motivo para ello que la obligada selección de temas por respeto al lector y a su paciencia, pero el agradecimiento es el mismo hacia todos ellos: los que figuran en el libro y los que se han podido quedar fuera".

Xerardo Fernández Albor

Del expresidente de la Xunta, ya fallecido, Rajoy, que fue su vicepresidente, asegura: "Era un galleguista convencido, un hombre que trabajó por la concordia y el consenso y que desempeñó un papel decisivo en los primeros tiempos de la autonomía de Galicia".

Manuel Fraga

"Sin duda se ha ganado un lugar en la historia. Fue ministro y vicepresidente del Gobierno de España. Fundó Alianza Popular y desempeñó un papel decisivo en la Transición. Refundó su partido, creó el PP y supo dar paso a una nueva generación. Más tarde, desde la Presidencia de la Xunta, hizo que Galicia viviera una de las mejores etapas de su historia". Así recuerda Rajoy al ya fallecido político de Vilalba.

Romay Beccaría

Del exconselleiro y exministro de Sanidad apunta: "En Galicia, siendo un modesto dirigente de provincias, tuve ocasión de conocer a políticos de gran nivel; entre otros, José Manuel Romay Beccaría, una persona elegante y de vasta cultura, que fue un brillante ministro de Sanidad y presidente del Consejo de Estado".

Alberto Núñez Feijóo

Alude a el presidente de la Xunta cuando cuenta cómo ganó el Congreso del PP de Valencia, frente a los aznaristas y guerristas: "Yo partía con ventaja: conocía mi partido como la palma de mi mano y además contaba con el apoyo de numerosos dirigentes territoriales que confiaron en mí y apostaron por mi continuidad: Javier Arenas y Paco Camps, que se volcaron en mi apoyo, pero también muchos otros como Juan Vicente Herrera, Alberto Núñez Feijóo, Pedro Sánchez o Ramón Luis Valcárcel estuvieron conmigo. Creo que no lo hicieron por ningún interés especial, sino porque creían que era lo mejor para el partido y porque valoraron la importancia de mantener su unidad y su integridad".

La segunda alusión al presidente de la Xunta se produce cuando relata las negociaciones con Bruselas: "El 21 de octubre hubo elecciones en Galicia. Alberto Núñez Feijóo y el PP las ganaron por mayoría absoluta. Y, en contra de todas las especulaciones, yo seguí sin pedir el rescate. Había decidido hacer todo lo necesario para evitar el rescate soberano".

Ana Pastor

Para la exministra de Fomento y de Sanidad y que fue número dos del PP en la lista de Madrid en las últimas elecciones generales no tiene más que buenas palabras: "Es mi amiga desde hace años, por eso no me agrada más que comprobar los elogios que suscita su gestión en los variados cargos que le ha tocado desempeñar. Siempre consigue mejorarse a sí misma, algo de lo que muy poca gente puede presumir y que a mí me causa sincera admiración. Será recordada como una excelente presidenta del Congreso".

Compite en elogios con la que fue su vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz Santamaría, de la que apunta: "Demostró desde el momento de su incorporación a mi equipo, en el ya lejano año 2000, una inteligencia política y una capacidad de trabajo fuera de lo normal. Fue una brillante portavoz parlamentaria y en su condición de vicepresidenta y ministra, un referente de solvencia y de trabajo bien hecho. Para mí fue siempre una garantía de tranquilidad. Sin ella, la política española es un poco más triste y más antigua.

También tiene buenas palabras, pero no tantas, para la que fue su ministra de Defensa y secretaria general del PP: "También ha sido una generosa y leal colaboradora. Una persona imprescindible. Ha demostrado siempre ser una mujer de coraje y de valentía que nunca se esconde ni se arruga. Trabaja todas las horas del mundo y ha dado la cara por el PP de manera admirable".

El ejemplo del Castillo de Soutomaior

En el arranque del libro, Rajoy se ufana de ser el presidente del Gobierno de España con la carrera política más extensa. Y ahí recuerda que siendo presidente de la Diputación de Pontevedra se restauró el Castillo de Soutomaior. El exlíder del PP rememora como le gustaba "inaugurar los cursos políticos cada mes de septiembre" allí. "Es un paraje histórico, con una vegetación espectacular de cedros, castaños, magnolios y camelios, donde se alza un castillo del siglo XII".

"He querido recordar el Castillo de Soutomaior y su recuperación para el uso público porque creo que cualquier persona que se haya dedicado a la política puede sentirse reflejada en la anécdota. No hace falta llegar a la Presidencia del Gobierno para hacer cosas útiles por la sociedad; desde una modesta Diputación o desde una concejalía de las miles que hay en España, mucha gente trabaja día a día por mejorar la vida de sus vecinos", expone Rajoy, quien aprovecha la ocasión para lanzar un pequeña pulla a los nuevos responsables de la Diputación de Pontevedra, en manos del PSOE, al no permitir al PP celebrar más allí sus actos políticos.

Su vocación política y su abuelo

Rajoy reconoce que nunca tuvo "una llamada vocacional" y que se acercó a la política de "forma accidental", pero también admite que "algo influyó el recuerdo" de su abuelo, Enrique Rajoy Leloup. El expresidente del Gobierno lo presenta así: "Concejal en Santiago y artífice principal, junto con Alexandre Bóveda, de la redacción del primer Estatuto de Autonomía de Galicia allá por el año 1936. Bóveda fue fusilado al inicio de la Guerra Civil y mi abuelo, al que la sublevación de Franco le pilló en un tren camino de Madrid, a donde se dirigía para entregar al Presiente de la República los nombramientos del primer Gobierno Autonómico de Galicia, en el que él mismo ocupaba la cartera de Justicia, fue expulsado de la universidad y suspendido en el ejercio de la abogacía".

Relata además: "Mi padre nunca habló demasiado en casa de la vida política del abuelo. A él le conocí cuando ya era muy mayor y tampoco se refería demasiado a aquel tiempo; en consecuencia no se les puede acusar ni a uno ni a otro haber alimentado mi interés por la actividad pública".

Es más, Rajoy sostiene que a su padre no le gustaron sus "primeros coqueteos con la política" e intentó que lo dejara. A la vista está, que sin éxito.

Para Rajoy, fue "el momento histórico" el que determinó su apuesta por la política: "A finales de los 70 y principios de los 80, la política española era un motor de ilusión y una fuente inagotable de emociones. Salíamos de una larga dictadura y la democracia se estaba construyendo ante nuestros ojos entusiasmados. El debate político se nos presentaba como algo noble y atractivo".

Su paso por la política gallega

"Cuando yo empecé a dar mis primeros pasos en la política, España bullía, y Galicia, mi tierra, habitualmente tan sosegada, también se agitaba ante la recuperación de aquella autonomía que tantos sinsabores había acabado por traer a mi abuelo a quienes con él redactaron el Estatuto de 1936. A mí, que había nacido en Santiago hacía solo 26 años y era nieto de uno de sus promotores, me resultaba casi imposible sustraerme a aquella efervescencia social. Todo estaba por hacer y todo se hizo: las instituciones se fueron conformando. El Parlamento, que inició sus sesiones en el Palacio de Gélmirez, cedido por el Arzobispado de Santiago, dejó de depender de la generosidad de la Iglesia para contar con su propia sede. También se decidió sobre la capitalidad, en un debate que finalizó a altas horas de la madrugada en medio de una polémica en la que incluso unos periodistas llegaron a las manos...".

Rajoy dice recordar sus inicios en política (diputado en el Parlamento gallego, edil en el Ayuntamiento de Pontevedra, presidente de la Diputación de Pontevedra, vicepresidente de la Xunta) "con mucho cariño".

La Cámara autonómica fue para él "una escuela de política y parlamentarismo del bueno, absolutamente inolvidable y que me marcaría para el futuro".

Y su participación en el Gobierno gallego, en los arranques de la autonomía, fue "una íntima reivindicación de la figura" de su abuelo, pero también le ayudó a "valorar más las virtudes del modelo de Estado que consagra nuestra Constitución".

Asegura que en Galicia hizo "un magisterio en peripecias políticas de lo más accidentadas, incluida una moción de censura que me envió de vuelta al registro de la propiedad de Santa Pola". "Curiosamente, muchos años más tarde, otra moción de censura me enviaría de nuevo a Santa Pola", añade.

Rajoy presenta las dos mociones como "urdidas al margen de la voluntad popular y en ninguno de los dos casos el nuevo Gobierno fue mejor o más estable".

Los hilillos del Prestige y derechos de autor

"Desde la Vicepresidencia del Gobierno, me tocó lidiar con dos asuntos particularmente complejos: la crisis de las vacas locas y el Prestige", reflexiona Rajoy en su libro editado por Plaza y Janés.

En relación a la polémica expresión "hilillos de plastilina" que utilizó para referirse al fuel que vertía el buque accidentado frente a las costas gallegas asegura que tuvo éxito entre sus críticos porque su gestión del siniestro no era censurable y no tenían otra cosa que criticar. También asegura que se habría hecho rico se hubiera patentado la expresión y cobrado derechos de autor. Comenta que llamó a Juan Jose Badiola, el experto que asesoró al Gobierno en la crisis de las vacas locales, y le dijo: "Juanjo, ¡qué pena que tú no sepas de hidrocarburos!".

El rescate y hablar gallego

"A veces no moverse es la mejor forma de avanzar, por eso me pasé medio año hablando gallego, un día me tocaba decir que de momento no había necesidad (del rescate); otro, que tenía que conocer muy bien las condiciones del rescate, y al siguiente, que era un asunto que había que conocer con detenimiento. Nunca lo descarte y nunca lo confirmé por más que me preguntaran al respecto de todas las maneras posibles. Así me pasé medio año, como la Penélope de Ulises, tejiendo y destejiendo la trama del rescate, mientras en España crecía un clamor a favor de solicitarlo". Con estas palabras Rajoy relata su estrategia de comunicación en plena crisis en torno al rescate bancario de Bruselas.

"La ironía gallega" que no entiende Merkel.

"Merkel es muy directa y yo no tanto. Recuerdo una conversación en la que me preguntó a bocajarro si era cierto que yo iba a apoyar a un candidato socialista a la presidencia del Parlamento europeo, como se había publicado en algún sitio. Me sorprendió la pregunta, porque jamás había entrado en mis planes, así que tiré de sorna y le respondí que sí, que pensaba apoyarle porque una razón inapelable: ¡me lo había pedido Rubalcaba! Merkel puso tal gesto de estupor que un colaboradora me advirtió: "Presidente, en el norte de Europa no entienden la ironía gallega". El malentendido quedó inmediatamente aclarado, expone Rajoy.

El nacionalismo, según Cela

En su reflexión sobre el nacionalismo cita al Premio Nobel de Literatura: "Delimitar en qué punto el sano patriotismo deriva en un nacionalismo excluyente o agresivo constituye probablemente uno de los arcanos políticos más difíciles de solventar. Nuestro premio Nobel Camilo José Cela lo definió así: "El nacionalismo cree que el lugar donde nació es el mejor lugar del mundo; y eso no es cierto. El patriota cree que el lugar donde nació se merece todo el amor del mundo, y eso sí es cierto".

Su esposa Viri

Al recordar sus últimas horas en La Moncloa, tras el triunfo de la moción de censura presentada por el PSOE, se explaya para hablar de su mujer: "Viri, mi mujer, daba los últimos toques a la mudanza. Ella siempre rechazó cualquier tipo de protagonismo público, pero realizó una labor callada y eficaz de mejora del complejo de La Moncloa, renovó la selección de cuadros expuestos, recuperó de los almacenes piezas fantásticas que estaban olvidadas, mejoró la gestión económica de la residencia y también ordenó la restauración de numerosos desperfectos en el palacio y en los jardines. Esa misma diligencia la acreditó al desmontar una casa y organizar una mudanza en apenas cuatro días. Su apoyo y su generosidad, tan indispensables para que yo me pudiera dedicar a la política con la intensidad que lo hice durante muchos años, también lo fueron en el momento de salir del Gobierno".

"Salir de la política nunca resulta fácil"

En las últimas páginas del libro, Rajoy se sincera y asegura que "la presencia pública tiene un componente adictivo que engancha, probablemente la vanidad, y, por lo general, nadie renuncia a ella por propia voluntad. Los pocos que así lo han hecho parecen haber pasado el resto de su vida lamentándolo". Añade: "Desde mi punto de vista, hay dos factores determinantes para abandonar la política. El primero es que los políticos te retiren su confianza; una severa derrota electoral suele llevar aparejada la dimisión, aunque hay circunstancias que pueden matizar esta norma general; no es lo mismo, por ejemplo, para un líder que se acaba de estrenar que para quien ya lleva varias citas con las urnas. El segundo factor, casi más importante que el primero, es perder la confianza de los propios compañeros, uno no puede salir al ruedo público a defender una posición cuando tiene su retaguardia convertida en un incendio. Celebro que en mi caso no se hayan dado ninguna de esas dos circunstancias".

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