Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El examen de papás que pocos suspenden

La Xunta emite 137 certificados de idoneidad de candidatos a adopción en 2018 y solo ocho no superan el trámite

Una plaza con niños y carritos de bebé. // Víctor Echave

La biología exime de un carné o de un título que garantice que unos futuros progenitores vayan a ser buenos papás. Pero lo que la naturaleza no demanda, sí lo exigen las administraciones cuando la cigüeña llega a casa después de mucho papeleo: en las adopciones. Uno de los requisitos que tienen que superar los aspirantes es la declaración de idoneidad. Sin ella, ni siquiera pueden plantearse la posibilidad de engordar el hogar.

Pero esta prueba -en la Consellería de Política Social insisten en que no puede vivirse como "un examen"- no suele ser un obstáculo en el sueño de darle la bienvenida a un niño a casa. Al menos así lo apuntan los datos del departamento dirigido por Fabiola García, que muestran, explican cómo es un porcentaje reducido, en el entorno del 5 por ciento, el de familias que vuelven a casa con un certificado negativo.

Así ocurre con los números de los dos últimos años. En 2018, los técnicos de la Xunta de Galicia realizaron 137 certificados de idoneidad frente a los ocho de no idoneidad, mientras que el año anterior, en 2017, las cifras habían sido de 103 certificados de luz verde al proceso y cinco que fueron considerados no idóneos, informan desde la Consellería de Política Social.

Pero incluso para quienes no salieron con bien de la entrevista y la visita, o visitas, al domicilio -suelen ser los métodos empleados para valorar a los posibles adoptantes- no tienen por qué darse por vencidos, ya que en tres años pueden intentarlo de nuevo.

La Xunta explica que el certificado de idoneidad es una vía para conocer a los posibles adoptantes y "su capacidad de satisfacer las necesidades específicas de los niños." Las entrevistas, aclaran en su web, son necesarias para "procurar el bienestar del menor y proporcionar apoyo y orientación a los futuros padres". "No debemos olvidar que la adopción compete principalmente a niños con historias de privación y abandono, que necesitan familias adoptantes que se comprometan con ellos, que los quieran y les ofrezcan un referente de permanencia, seguridad y estabilidad en sus vidas", argumentan desde el departamento de García.

En la actualidad, con datos de finales de agosto, sienten los nervios previos a esos trámites un total de 74 familias, que serían las que están a la espera de valoración, explican desde el Ejecutivo autonómico. Pero en lo que a esperas se refiere seguramente también tendrán mucho que decir las 628 familias que en la actualidad aguardan a que se les conceda la posibilidad de sumar un nuevo nombre al libro de familia a través de la adopción. Hay que tener en cuenta que son procesos que pueden demorarse una década.

Durante los últimos años este procedimiento para engrosar la familia vive horas bajas. En la década que va desde 2008 a 2018, las solicitudes para una adopción nacional han caído en picado, un 63,5 por ciento, desde las 239 que se registraron en el año previo a la crisis a las 87, la cifra más baja desde 2000, del ejercicio pasado. Pero una cosa es querer y la otra, lograr. En el mismo período, los autos de adopción, que son los que finalmente materializan la relación, se redujeron a la mitad, desde los 58 en 2008 a los 27 de 2018. Aun así, desde el año 2000, las familias gallegas sumaron a sus hogares a más de mil niños por esta vía.

De forma paralela, pero todavía más acusada y en ese mismo intervalo de tiempo, también se redujeron los candidatos a un proceso de adopción internacional, desde las 344 candidaturas a 48, lo que supone un 86 por ciento de recorte. Desde 2000, se comunicaron a la Xunta 2.817 preasignaciones de menores por adopción internacional, pero si en 2008 fueron 175, en 2018 no llegaron ni a medio centenar (47).

Compartir el artículo

stats