Galicia envejece a pasos rápidos y la nutrición -la dieta atlántica- podría mejorar la calidad de vida de los mayores. Y, si se reducen los riesgos asociados a la salud y al deterioro cognitivo, también se beneficiaría el sistema sanitario y el tejido industrial, si contribuye con productos alimenticios innovadores. De ello se ocupa "Nutriage", proyecto donde unen fuerzas de Galicia y del Norte de Portugal y en el que colabora un equipo multidisciplinar que incidirá en cómo afectan alimentación y nivel de actividad. Si primero se analizó qué comen los mayores en las residencias, a Rosaura Leis le toca una estrategia de intervención para mejorarla y, si funciona, se busca extenderla.

-¿Por qué importa Nutriage?

-Es de gran interés porque se intenta promocionar el envejecimiento saludable a través de la nutrición, de nuestra dieta tradicional atlántica. Somos la comunidad más longeva, pero lo importante es serlo con una buena calidad de vida. Esperamos que las cifras en los próximos años sigan aumentando, pero no sería bueno si aumentamos, con la longevidad, la dependencia. Por tanto, en este proyecto queremos ver qué ocurre a través de la intervención con una alimentación saludable y con actividad. Tenemos la fortuna de tener en nuestra historia la dieta atlántica, saludable y bioactiva, y nuestros abuelos tienen una adherencia a esa dieta y queremos continuarla en los residentes de nuestras instituciones para que mejoren su calidad de vida y su longevidad.

-¿Y para el resto de mayores?

-Es un proyecto de investigación y queremos hacer una intervención y medir si tiene efectos positivos o no. Si demostramos que los efectos son positivos, esto tiene que transferirse a toda la sociedad. Elegimos los mayores institucionalizados porque es más fácil hacer el control: comen juntos, podemos hacerles actividad física reglada... La medición la hacemos ahí porque queremos ver el impacto sobre la salud y el socioeconómico.

-Si los mayores son más sanos, tendrían menos ingresos, ¿no?

-Si los mayores son más sanos, son menos dependientes de todos los servicios sociosanitarios y más autónomos y precisan de menos cuidado. Si conseguimos llegar a una mayoría sin dependencia o con una mínima, el primer logro es para su calidad de vida y luego para la sociedad.

--El Nobel Tomas Lindahl comentaba que podríamos aspirar a vivir cien años con calidad. ¿Creen que comer sano puede contribuir a cumplir esta expectativa?

-Hay un estudio muy interesante que analiza qué caracterizaba a las personas más longevas y estaba el comer sano y poco, mantenerse en un peso adecuado, hacer actividad física y sentirse integrado en la sociedad. Creo que, si conseguimos todo eso, la longevidad estaría en 100 o tal vez en más. Porque la mayoría de las patologías que son hoy son causa de morbilidad o de muerte guardan mucha relación con los estilos de vida. Por eso, aunque hablamos de la tercera edad, son muy importantes los niños. Es muy relevante lo que hacemos, pero, curiosamente, si nuestros niños siguen con los estilos de vida que tienen hasta ahora, van a vivir mucho menos que sus abuelos y padres o hacerlo con peor calidad de vida. Por lo tanto, es muy importante la intervención en todo el ciclo vital.

-Porque los mayores son el último eslabón.

-Nuestros mayores son muchas veces los cuidadores de nuestros niños y los que tienen que seguir transmitiendo sus hábitos, que son los que permitieron esta longevidad, junto con la mejora sanitaria y otros factores. Por tanto, la intervención en los mayores es también una intervención sobre el resto de la sociedad.

-¿Cómo convencer a la generación de en medio?

-Los avances tecnológicos son muy positivos en muchos aspectos, pero en contrapartida se da un aumento de enfermedades cardiovasculares ligadas a malas dietas y a poca actividad física. Casi podemos trabajar y dirigir la vida desde un sillón y no gastamos energía ni para mantener la temperatura corporal. Sin embargo, somos los herederos de generaciones con genes preparados para depositar grasa. Es cierto que, si tenemos que intentar conciliar el trabajo con la vida familiar, tenemos que intentar incluir en esa vida familiar los estilos de vida saludables. No podemos seguir como hasta ahora porque esto tiene consecuencias muy negativas para nuestra salud.

-Ustedes abordarán incluso si hay beneficios cognitivos...

-Cada vez hay más estudios sobre el papel de dieta y estilo de vida en el desarrollo de alzheimer y otras demencias. Ver qué tipo de déficits nutricionales pueden estar condicionando la aceleración de estos procesos o no es otro de los objetivos de este proyecto.

-Y nunca es tarde para empezar a cuidarse, defiende.

-Debemos empezar desde los primeros momentos, pero nunca es tarde. Creemos que con estilos de vida saludables podemos disminuir la dependencia y aumentar la esperanza de vida en calidad. Una alimentación saludable y una actividad física debería ayudarnos a evitar los riesgos asociados a la edad.

-¿Cuál es el próximo paso?

-Nos queda pendiente ver con qué productos de I+D vamos a intervenir. Esperamos iniciar la intervención a principios de 2019 y prolongarla seis meses para tener resultados.