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Jóvenes pendientes de un concurso

Opositar para huir del empleo precario

Ser funcionario es la salida laboral preferida por muchos jóvenes: un puesto estable, mejor salario y horario - La temporalidad en la empresa privada y la importante oferta pública de plazas anima a preparar las pruebas

Carmen, Daniel, Luis, Miguel y Antón. // FdV

Existe una generación opositora. Siempre la ha habido, pero las circunstancias actuales -la inestabilidad laboral del sector privado y la mayor oferta en años de empleo público- empujan a un buen número de jóvenes universitarios a optar a formar parte de la plantilla de algún ente oficial. Pese a que tienen diferentes motivaciones, todos ellos prefieren sacrificar -o invertir, según se mire- varios años por un trabajo futuro fijo, en vez de pasar frío el resto de sus vidas respirando el aire de la precariedad o acumulando en sus currículos un sinfín de contratos temporales.

La edad media del funcionario en Galicia es de 51 años y el propio presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, avanzó el pasado septiembre que en los próximos cinco años está prevista la jubilación de alrededor de 18.000 empleados públicos. Por eso, solo la oferta de empleo del gobierno autonómico gallego en 2019 ha aumentado un 18% respecto al año anterior: 2.617 plazas. A nivel estatal, la realidad es prácticamente idéntica, aunque a mayor escala: el Gobierno prevé que en la próxima década se retire más de la mitad de los trabajadores de la Administración. Es decir, unas 70.000 personas.

Por tanto, el momento actual no es solamente bueno; es, a todas luces, el mejor de los últimos tiempos. Y a eso hay que sumarle que los universitarios gallegos son los terceros de todo el país con menor intención de ser emprendedores (21,8%). De hecho, en dicha clasificación solo aventajan a sus contemporáneos cántabros (21,2%) y vascos (16,5%), según el último informe GUESS España publicado la semana pasada.

Datos aparte, aunque sin obviar la evidencia, pues los empleados públicos ganan un 50% más de media que los trabajadores del sector privado, entre las razones de los nuevos opositores está dar un salto en sus carreras profesionales, las cuales comenzaron a perfilar en su etapa universitaria. "Si lo haces solo por tener un trabajo para toda la vida, es muy jodido. Hay que cogerlo con muchas ganas", transmite Daniel Montes, que habla de "motivación intrínseca": "Hay momentos en los que lo pasas mal, así que si eres una persona que tiene a la depresión o al pesimismo, estás perdido".

Daniel estudió Magisterio de Educación Primaria y prepara dos oposiciones: unas, para ser maestro, y otras, para ser policía local. Luis Iglesias, graduado en Criminología, aspira a ser guardia civil. Antón Carro, por su parte, y tras cursar Derecho, juez o fiscal. Miguel Fernández oposita al cuerpo superior de la Xunta. Y Carmen Rapado quiere desligarse del periodismo para entrar a formar parte de la plantilla de la administración de la Seguridad Social del Estado. Distintos caminos para un objetivo común, en definitiva.

Para ser un buen opositor todos los implicados hacen hincapié en el valor de la constancia y otras aptitudes como la paciencia o la creencia hasta el final en un método de estudio pautado al gusto de cada uno. También es vital saber administrarse el tiempo: la mayoría le dedica ocho horas diarias, practica algún deporte y desconecta plenamente el sábado o el domingo. La vida social es otro asunto a tratar y, aunque Daniel bromea ("la mejor de todas las cualidades es no tener amigos, porque, si no, los vas a perder"), los cinco confiesan adaptarse decentemente bien y reparten su poco tiempo libre con su pareja, sus amigos y su familia.

Miguel: "Durante la carrera era bastante reticente a opositar"

"Estudiar siempre me gustó y es algo que no se me da mal", dice Miguel, que opta al cuerpo superior de la Xunta, tras graduarse en Derecho y en Abogacía: "Durante la carrera era bastante reticente a opositar". De hecho, "esperaba una salida laboral en el ámbito privado", pero una pequeña experiencia laboral y el trato con algunos profesores despertaron en él una inquietud pública. Ahora tiene las ideas claras: "El horario es bueno, pero con 24 años no me planteo compaginar la vida laboral con la familiar. Básicamente, lo que más me sedujo fue la idea de poder ascender dentro de la Administración. Es decir, no encasillarme en un puesto y quedarme ahí toda mi vida, sino poder alcanzar cotas más altas".

Luis: "Pienso en algo en lo que no me vaya a estancar"

Luis se empeñó en preparar oposiciones a la Guardia Civil hace ahora tres años, aunque su puesta a punto sufrió un paréntesis de casi un año. "Necesitaba buscar una salida después de hacer Criminología y la Guardia Civil es el cuerpo más y mejor especializado en policía científica". Su caso es, sobre todo, vocacional: "Pienso en el futuro, pero no tanto en la seguridad laboral. Busco algo en lo que no me vaya a estancar". Luis se sacó, además, un título en seguridad privada que ha intentado rentabilizar en varias ocasiones. "Ya intenté trabajar para la empresa privada, pero las cosas están complicadas para los jóvenes. Presenté currículos, pero me pedían 5 o 7 años de experiencia". En estos momentos, sus horas de estudio tienen que "amoldarse", pues compagina su instrucción con un trabajo de auxiliar de policía.

Carmen: "Busco tener mi horario, mis vacaciones y mi sueldo fijo"

Carmen estudió Periodismo, pero tras trabajar durante un tiempo en una productora descubrió que no era su "vocación". "Empecé a pensar si me compensaba la inestabilidad y el esfuerzo a lo largo de toda mi vida en una profesión que no me llena". Ahora, y después de pasarse el último año estudiando, se encuentra inmersa en una tanda de exámenes para trabajar en el Instituto Nacional o en la Tesorería de la Seguridad Social. "Sopesé opositar a funcionario de prisiones, pero eso significaba trabajar a turnos. Yo busco estabilidad, tener mi horario, mis vacaciones, mi sueldo fijo y la tranquilidad de saber que voy a estar ahí y no tener que estar pendiente de si el mes siguiente sigo trabajando o no".

Antón: "Suele tardarse cuatro años, pero mi objetivo es sacarla en dos"

La de juez o fiscal es una de las oposiciones más duras: por delante, casi 400 temas que memorizar. "Tradicionalmente, son unos cuatro años, aunque cada vez hay más gente que se la saca en tres. Mi objetivo personal es sacarla en dos". Acabó Derecho "queriendo ser abogado", pero pronto cambió de opinión. "Mi planteamiento fue: puedo estar tres años en un empleo precario o puedo estar tres años estudiando y obtener un empleo de calidad, bien remunerado y con una estabilidad que otro trabajo no me garantiza". Y para poder afrontarlo así es esencial "tener un entorno social bueno y una familia que te apoye". Para alcanzar su meta, Antón empieza su jornada a las 8 y la termina a las 19.30. A partir de esa hora y los domingos, la oposición no es ni mucho menos una prioridad.

Daniel: "Algunos renuncian al descanso y pierden calidad de estudio"

Se prepara para ser maestro de Educación Primaria y policía local, aunque desde hace unos meses admite estar "más centrado" en la segunda. "Si quieres ser profesor, estás obligado a opositar; mientras que la idea de ser policía me atrae desde pequeño y ahora hay bastantes plazas". Además de empollar y de prepararse físicamente cada día, da clases en una academia a estudiantes de la ESO y Bachillerato tres tardes a la semana. Sin duda, es el más activo de todos, pero no renuncia al descanso: "Mínimo hay que dormir siete horas y media. Hay gente que renuncia a eso y pierde mucha calidad de estudio". Los fines de semana también arbitra partidos de fútbol.

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