No dejó Sánchez grandes anuncios en clave gallega. El presidente socialista reconoció que la futura reforma de la financiación autonómica tendría que tener en cuenta el factor dispersión -una vieja demanda de la Xunta- pero, en cambio, no entró la disputa con las regiones por las entregas a cuenta.
Pero Feijóo sí entró al debate. Ambos mantuvieron una conversación "breve y cordial", y en ella el titular de la Xunta le urgió a pagar los 700 millones que Hacienda adeuda a Galicia, de los que el Gobierno central solo reconoce 330 de la actualización del sistema de financiación. "No estamos pidiendo nada nuevo, ni un incremento de la financiación", apostilló.
Feijóo, en todo caso, puso en cuestión las promesas de devolución de fondos y exigió al Gobierno que transformara sus "buenas palabras" en "épocas electorales" en hechos tangibles, vía aprobación de un real decreto. Y que contemple los 700 millones, incluyendo 200 por la liquidación del IVA de 2017 otros 170 en incentivos por respetar la disciplina fiscal en los últimos años.
Financiación al margen, Sánchez dio por sentado en su intervención que el AVE, un "multiplicador de oportunidades", llegará "en tiempo y forma" a Galicia (la finalización de las obras está prevista a finales de este año) y recogió la inquietud generada con el cierre de la térmica de As Pontes para sentenciar que "ninguna comarca, colectivo o trabajador, se va haber damnificado" por la "inevitable" transición energética. Feijóo aplaudió el guiño, pero también recordó los problemas con la industria electrointensiva, que están poniendo en la cuerda floja 5.000 puestos de trabajo.
