Galicia suma su tercer año consecutivo como tierra de acogida más que punto de partida hacia la diáspora. El año pasado la diferencia entre la inmigración recibida y los emigrantes perdidos casi duplicó la cifra de 2017 y alcanzó las 12.391 personas, el balance positivo más elevado de la última década, si bien en los últimos ocho años la reducción de los habitantes ha sido constante debido a la baja natalidad. La morriña, las oportunidades laborales o la huida de países en crisis indujeron el retorno de 9.420 gallegos a su tierra, procedentes en su mayor parte de otras autonomías (6.441), pero también del extranjero (2.979).

La fuga poblacional ha constituido en los últimos años una de las causas de batalla política en Galicia. La oposición acusaba a la Xunta del PP de no frenar la sangría emigrante, sumada al declive demográfico, y el Ejecutivo de Alberto Núñez Feijóo replicaba que la comunidad atraía más gente de la que perdía. Desde 1990, el saldo migratorio gallego ha sido positivo salvo en los años 2013, 2014 y 2015, en los que registró números rojos de 2.833, 2.279 y 774 personas, respectivamente, según el Instituto Galego de Estatística.

La tendencia revirtió en 2016, con un aumento de 3.025 personas, por las 6.683 de 2017. Esta cifra creció un 85% el año pasado, el mayor dato desde las 17.810 de 2008, cuando la crisis económica mundial detonó las vidas de millones de personas. El año pasado 42.757 ciudadanos decidieron asentarse en Galicia, frente a los 30.366 que la abandonaron.

Los retornados copan la mayor parte del saldo migratorio positivo, entre el que predomina la población en edad laboral, pues los ciudadanos de 16 a 64 años suponen el 64% del total, frente al 36% de niños y personas que superan la frontera de la jubilación.

La radiografía de las estadísticas del IGE ofrece dos conclusiones sobre la distribución de los recién asentados en el fogar de Breogán. Desde el punto de vista provincial, el Eje Atlántico destaca como gran polo de atracción, captando el 76% de los nuevos vecinos, con 6.155 en el caso de A Coruña y 3.319 en el de Pontevedra. Además, son los entornos urbanos los elegidos para iniciar una nueva vida, pues estos registran un balance positivo entre inmigrantes y emigrantes de 9.071 personas. Eso sí, solo la mitad de ellos (4.778) escogen alguna de las siete urbes. El resto opta por los concellos limítrofes, donde la vivienda es más barata. En este apartado, A Coruña lidera la lista con un aumento de 1.284 vecinos, seguida de los 1.153 de Vigo.

Este saldo encierra otros movimientos vinculados a las oportunidades laborales, el precio de la vivienda o motivos familiares, por ejemplo: los cambios de concello de los residentes en Galicia. Un total de 64.362 ciudadanos se mudaron a otro lugar de la comunidad. Las ciudades no salen tan bien paradas. Sus áreas metropolitanas suman 1.870 nuevos residentes, pero las siete urbes pierden un centenar. Solo arrojan resultado positivo Vigo (592), Santiago (268) y Pontevedra (48). Los números son rojos para Ferrol (-351), Ourense (-317), A Coruña (-201) y Lugo (-139).