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Veintisiete incendiarios sospechosos o reincidentes, en el punto de mira de la Policía

Varón, de más de 60 años que prende fuego por piromanía o para cambiar el uso del suelo o los cultivos, el perfil más habitual

Un coche de la Policía autonómica, en un incendio. // Juan Varela

Hace menos de un mes la Policía autonómica detenía a un vecino de Maceda pillado "in fraganti" cuando estaba prendiendo fuego a un monte a altas horas de la madrugada. Este arresto no fue fortuito. Los agentes llevaban tiempo siguiéndole la pista. Su nombre es uno de los cien incendiarios a los que la Policía autonómica hace seguimiento, aunque la vigilancia más exhaustiva se centra en un grupo de 27 sospechosos. La mayoría de los incendios son intencionados y hay un perfil que se repite: varón, de más de 60 años, que vive en el medio rural, problemático con sus vecinos y con problemas de alcohol y drogas. La piromanía está detrás de muchos de estos fuegos, pero la Xunta apunta también a otras causas: cambios en el uso del suelo, cambios en los cultivos, renovación de pastos, limpieza del monte para caza...

Son habituales también los casos de incendiarios que queman el monte para hacer limpieza y destinar los terrenos a caza, para ahuyentar animales que causen daños en los cultivos, para delimitar fincas, en procesos de concentración parcelaria, expropiaciones para vías de comunicación, repartición de herencias, así como debido a rencillas entre vecinos y familiares, por venganza o como protesta por limitaciones o restricciones de espacios naturales.

"Cualquier persona puede ser autora de un incendio, no se necesita una cualificación especial, pero la mayoría de los que se han detenido tienen unas características comunes", aclaran desde la Consellería de Presidencia.

Y es muy común que sean reincidentes, de ahí la importancia de la vigilancia preventiva. En 2009 la Fiscalía Superior de Galicia firmó un convenio con la Policía autonómica para realizar un seguimiento a los incendiarios sospechosos. Se hace una vigilancia en zonas conflictivas, es decir, aquellas en las que se produce una cantidad anormal de fuegos y se controla a aquellas personas susceptibles de provocar un fuego.

No se trata de un seguimiento las 24 horas del día y varía según el caso, pero consiste sobre todo en recabar información sobre las actividades cotidianas del sospechoso a través de terceras personas, realizarle visitas a domicilio o vigilarlo en alguno de sus recorridos. Se realizan entrevistas con los vecinos y se colabora con los agentes medioambientales de la Consellería de Medio Rural, la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía.

La Policía autonómica centra sus labores de prevención y vigilancia en 12 parroquias de alta actividad incendiaria. No solo hacen seguimientos para evitar incendios sino que después de que se registre un fuego establecen controles posteriores para comprobar si se realiza el pastoreo en zona quemada, si hay repoblaciones para caza, talas o cambios de uso en el suelo para evitar, de esta manera, "que el autor se beneficie del monte quemado".

"Tenemos la certeza de que esta labor contribuye decisivamente a la disminución del número de incendios forestales, aunque no podamos cuantificar los incendios evitados con la actividad policial preventiva", explican desde la Consellería de Presidencia.

En todo caso, ponen dos ejemplos. Además de la detención "in fraganti" del vecino de Maceda, que ya había sido imputado por otros seis fuegos, la Xunta explica que también se arrestó en Lugo a un incendiario por un fuego en Castro de Rei. Esta persona, que era una de las sometidas a vigilancia, ya había sido condenada en dos ocasiones anteriores por el mismo delito. En lo que va de año la Policía autonómica lleva esclarecidos 121 incendios imputando como autores a unas 60 personas.

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