El anfitrión de las Medallas de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y los galardonados, Javier Fernández y Juan Vicente Herrera, reivindicaron ayer otra forma de hacer política, "útil, de verdad, real, auténtica y con mayúsculas", y que el ejemplo para toda España es lo que ha sucedido en el Noroeste en los últimos años, donde tres comunidades de distinto sino político dialogan, conciertan y colaboran en torno a intereses comunes que sin embargo no chocan ni con la idea ni la concepción de una España unida.

Esta proclama fue el hilo conductor de los tres en sus intervenciones durante la ceremonia de entrega de las Medallas de Oro de Galicia, celebrada en el Museo de al Cidade da Cultura en Santiago.

El presidente de la Xunta aprovechó el evento para poner el foco en la necesidad de encontrar política "de verdad, real y con mayúsculas", destacar que el Noroeste ha dado muestras suficientes de lo que es la "política útil" y que las Medallas de Galicia son, en este sentido, un "oasis en el medio del desierto político" por el que, según sus palabras, lleva transitando España desde "hace ya demasiados años".

Durante su discurso, Feijóo criticó que "la confusión entre el tiempo electoral y el institucional" y la "sustitución del diálogo por el soliloquio" conducen "a la inexistencia de políticas de Estado y, por lo tanto, a una incertidumbre que acaba afectando a la vida cotidiana de los ciudadanos".

Pero en este contexto, añadió, hay algo que funciona. "El eje del Noroeste constituye la prueba de que hay una España de las autonomías que funciona y facilita la cooperación, ajena a procesos desestabilizadores que no son culpa de la organización territorial del Estado, sino de ideologías y políticas que se alimentan del conflicto permanente", que además, dijo, están visibles "ahora en diferentes naciones del mundo".

En la misma línea, censuró que determinados territorios midan su peso político por el grado de conflictividad y no por el éxito de la convivencia, lo que a su juicio es un "error que debe ser corregido".

Y, por supuesto, defendió el valor de la política autonómica y local, como antes lo habían hecho en sus intervenciones anteriores los expresidentes de Asturias y de Castilla y León. "Lejos de la reduccionista visión de España que se circunscribe al puente aéreo Madrid-Barcelona, hay otra versión de la política nacional, menos aparente, menos soberbia y más efectiva", dijo, en referencia a la colaboración con Asturias y Castilla y León.

El primero en recibir la Medalla de Galicia fue el expresidente del Principado de Asturias, quien confesó su "honda emoción". Javier Fernández puso en valor el "lenguaje del acuerdo, de la transacción y del compromiso" utilizado por los tres dirigentes autonómicos durante sus mandatos.

Este diálogo, quiso destacarlo, se mantuvo vigente "en un momento en el que el pacto aparece como algo exótico en la política española". "Si añadimos que no nos encuadramos en la misma organización política, eso iba a generar más dificultad. Sin embargo, tenemos que decir que fue fácil porque generamos confianza entre nosotros y sabemos lo que es gobernar en un Estado autonómico", comentó.

Fernández aseguró que, precisamente por vivir en un Estado "complejo y mejorable", compartía con sus homólogos gallego y castellano-leonés el interés por ahondar en "más cooperación, más multilateralidad, más cohesión y más lealtad". "Los acuerdos los basamos más en institucionalidad que en ideología", añadió, para acto seguido proclamar que la "primera lealtad" de las tres comunidades del Noroeste es con la Constitución.

Bajo este prisma, continuó, Galicia, Asturias y Castilla y León tomaron "conciencia de sus necesidades comunes" y emprendieron una estrategia para afrontar problemas compartidos como el declive demográfico, el déficit de infraestructuras troncales y la insuficiencia en la financiación autonómica.

En referencia al clima de confrontación en la política nacional -"en este mar de fondo intenso del Estado", dijo-, Javier Fernández apeló a la "cultura del pacto". "A España no hay que verla solo como una unidad histórica e integradora, sino como una sociedad democrática que protege a todas sus historias y geografías", concluyó su intervención.

Por su parte, Juan Vicente Herrera sostuvo que personalmente tiene "muy clara" la convicción de que la identidad no se pierde al relacionarse "leal y abiertamente con los demás", pues negar lo que hay en común con los otros solo lleva a ser más "torpes" y a estar "más solos y pobres", dijo, y unió tal argumentación a la reflexión de que "para hacer las cosas bien, todos somos pocos".

Con varias incursiones en gallego, alabó la "visión compartida de la España constitucional" y la "conciencia del Noroeste como espacio que exige unas atenciones que permitan superar de una vez tantos olvidos, tantas esperas". Manifestó además la relevancia de fijar cauces estables de encuentro, como convocatorias regulares de la Conferencia de Presidentes, y de trabajar siempre por una sociedad cada vez más interrelacionada "y por tanto mejor".