Al son de la Muiñeira de Rubiás fue recibido ayer Alberto Núñez Feijóo en el patio exterior del Pazo de Liñares, en donde le aguardaban alrededor de 400 militantes y simpatizantes del Partido Popular de Galicia, con su plana mayor al frente. El presidente reivindicó los más de treinta años de "galleguismo útil, cordial y constructivo" que, a su juicio, ejerce el PP para "defender y ampliar la autonomía, salir de la crisis y garantizar un futuro próspero".

Con la mirada puesta en la próxima década, Feijóo indicó que "toca actualizar el galleguismo, nuestro catecismo político, para que el PP siga entendiendo y resolviendo mejor que nadie los problemas de los ciudadanos". "Los debates sobre la Galicia que fue y la que es deben dejar paso a la Galicia que debe ser", postuló. En este sentido, aseveró que solo su formación puede ofrecer a los gallegos "un proyecto de futuro claro y en positivo", pues "lo avala la experiencia y lo motiva la fuerza de la juventud".

"Cuando la mayoría de los españoles no sabe lo que va a pasar en su país y está pendiente de los bandazos de Sánchez y de Iglesias o de las ocurrencias de Rivera, los gallego sabemos lo que queremos hacer y debemos poner las luces largas para la Galicia de la próxima década", advirtió el presidente de la Xunta, que incidió en que el PP está diseñando la ruta hacia una Galicia "familiar, verde, innovadora y joven". En la misma línea, se refirió al Xacobeo 2021 como "el gran escaparate" para lograr la mejor Galicia de la historia.

El dirigente popular, que había depositado previamente una ofrenda floral ante la estatua que tiene en Lalín Balbino, el neno labrego creado por Xosé Neira Vilas, abogó por no reducir el Día de Galicia a evocar "lo que fuimos", sino por aprovecharlo para "reflexionar sobre lo que queremos ser". Manifestó que la comunidad "está objetivamente llena de razones para mirar hacia adelante con ilusión y optimismo" y puso en valor la Galicia de hoy, que definió como "una tierra próspera, un buen lugar para vivir, con más riqueza que nunca, de la que ya no se van miles de gallegos, sino que recibe a millones de visitantes y que goza de estabilidad política, un valor a conservar en una España confundida".