La pelea en el paradójicamente autoproclamado "espacio de unidad popular" continúa con un nuevo intercambio de golpes que parece anticipar el estallido final de la alianza que todavía lidera la oposición en Galicia con 14 diputados. La designación del senador autonómico que le corresponde a En Marea constituye el marco del actual asalto. La mayoría crítica de parlamentarios, vinculados a Podemos, Anova y EU, levantaron ayer acta de una votación que ganaron para proponer para el cargo al exedil de Marea Atlántica José Manuel Sande, maniobra tras la que preveían registrar oficialmente su nombre ante la Cámara -trámite que formalizaron esta mañana- y tratar de blindarlo frente al rechazo de la dirección del partido instrumental, que respondió exigiendo a los ocho diputados que firmaron ese documento que renuncien a sus actas o abandonen las filas de En Marea y se pasen al grupo mixto, aunque una escisión haría perder a los rupturistas el derecho a situar a un representante en la Cámara Alta en beneficio del PSOE. También abrió el proceso para que los suspendan de militancia, medida sin efectos reales, pues no participan en el partido.

El antes etéreo espectro de la escisión que ya sufrió AGE, el precedente de En Marea, va corporeizándose y anticipa un desenlace que se asemeja al chicken game. Nadie parece querer dar el paso hacia el grupo mixto.

Desentrañar el enrevesado ecosistema de En Marea resulta necesario para comprender el último episodio de su proceso de implosión, pues la unidad que representaba ya no existe, como mostró el divorcio en las últimas elecciones. De un lado, el partido instrumental de Villares. Del otro, Podemos, Anova y Esquerda Unida, de espaldas a él, pero con mayoría en el grupo parlamentario, lo que legitima a Sande, según ellos. Los de Villares, sin embargo, alegan que los diputados se comprometieron a respetar las decisiones del Consello das Mareas y no a actuar de forma independiente.

Ayer se sucedieron dos capítulos de este particular Juego de Tronos. Por la mañana, los críticos levantaron acta de una votación telemática en la que Sande recibió ocho votos, por uno de Mariló Candedo, nombre propuesto por la cúpula de En Marea. Eva Solla, líder de EU, se abstuvo porque su elegida era Vanessa Angustia, que perdió su acta el 28-M. Podemos también quería repescar a la exdiputada Ánxela Rodríguez, pero aceptó a Sande, puesto sobre la mesa por Anova. No participaron Luís Villares, que no acudió ayer ni a la junta de portavoces ni compareció en nombre de En Marea, ni sus afines: Davide Rodríguez, Pancho Casal y Paula Vázquez Verao.

Fuentes de Podemos aseguran que los letrados de la Cámara les confirmaron que un documento que demuestre la voluntad del grupo validaría su propuesta.

Ante esa maniobra, En Marea reaccionó abriendo la puerta de salida a los ocho diputados que votaron a Sande: Antón Sánchez (Anova), Carmen Santos, Luca Chao, Marcos Cal, Julia Torregrosa y Paula Quinteiro (Podemos), José Manuel Lago Peñas (afín a EU) y Ánxeles Cuña (independiente). Antes, Sánchez ya avanzó que no romperá el grupo.

"No representan, ni tienen intención, el proyecto político de En Marea por el que fueron elegidos", alegó Ana Seijas, responsable de Organización y viceportavoz del partido. Culpó a Podemos de "querer destruir" no solo la confluencia gallega, sino el resto de alianzas estatales y acusó a los citados ocho diputados de plegarse a las órdenes de Pablo Iglesias. Podemos, añadió, ejecuta "la vieja política de la fiebre por los cargos".

Seijas aseguró que En Marea no acepta otro nombre que no sea el de Mariló Candedo, pero no aclaró si Luís Villares registrará su nombre ante la Cámara ni si este y sus afines se plantean ir al grupo mixto ante la previsible desobediencia de los críticos. "Es un claro caso de transfuguismo político", aseveró, pues "se están defendiendo intereses de otra organización". Sobre intentar expulsarlos del grupo, declaró: "Haremos todo lo posible para que En Marea como organización soberana esté representada [en el Parlamento]".