Las crisis internas de En Marea, aturdida tras los batacazos electorales del 28-A y el 26-M, y la incertidumbre sobre los términos y consecuencias de su divorcio definitivo de sus socios Podemos, Anova y Esquerda Unida en el Parlamento han hecho mella en sus bases, causando una sangría de bajas. El partido liderado por Luís Villares ha perdido desde el inicio del año 714 inscritos, pasando de los 4.877 de las primarias de diciembre a los 4.163 que suma en la actualidad, según los datos ofrecidos por la organización el pasado día 6, antes de que trascendiese que los militantes deberán pagar una cuota mensual a partir de julio.

El adelgazamiento de En Marea desde enero evidencia el proceso de reorganización y refundación que ha iniciado la izquierda rupturista, seriamente dañada tras el reciente ciclo electoral, que afrontó más fragmentada que nunca. En las generales, Podemos y EU lograron dos escaños, Anova se quedó en casa y En Marea no alcanzó ni 18.000 votos, con una pérdida global de 96.000 apoyos respecto a 2016. En las municipales reeditaron su división, perdiendo las simbólicas alcaldías de A Coruña, Santiago y Ferrol y desapareciendo de corporaciones como Lugo, Ourense y Pontevedra. Ahora, el pulso por la designación del senador autonómico al que tienen derecho como segunda fuerza parlamentaria sitúa al grupo al borde de la escisión hacia el grupo mixto de alguno de los bandos enfrentados.

Ese proceso de desintegración arrancó tras las autonómicas de septiembre de 2016: dos meses después de la creación de En Marea como partido instrumental. En su cita fundacional de Vigo comparecieron mil personas y la familia fue creciendo paulatinamente. En mayo del año pasado, cuando se realizó una consulta sobre la discusión con un policía de la diputada Paula Quinteiro, En Marea estaba compuesta por 2.380 personas. Rozó las 3.000 en su plenario de octubre -aunque la votación más concurrida solo concentró 468 papeletas- y añadió 200 más un mes después. Su techo data de diciembre, motivado por los fichajes de cada bando para ganar las primarias, sobre las que se cruzaron acusaciones de pucherazo y que venció Villares. Entonces, tenía 4.877 inscritos. El día 6 eran 4.163.

En Marea celebrará en julio un plenario sobre su futuro y elegirá nueva cúpula en agosto en un proceso que afronta en crisis económica derivada de unos resultados electorales que no le permitirán recibir fondos públicos para costear su campaña. Por ello, en julio comenzará a cobrar cuotas a sus militantes por primera vez.

Mientras, Podemos, el principal enemigo de Villares, engrosa sus filas, al menos sobre el papel, pues su implantación territorial es baja: en noviembre se constituyeron las direcciones de las agrupaciones de solo once localidades. Además, tras el 26-M no logró presencia en ninguna de las tres urbes en las que se presentó al margen de las mareas.

Podemos acumula 26.000 inscritos, de los que 21.500 son "activos": identificados con DNI y derecho a participación interna. En la elección del líder gallego en octubre, eran 25.000 -11.000 "activos"-. Sin embargo, en aquel duelo ganado por Antón Gómez-Reino frente a Carolina Bescansa, votaron 3.169: el 12%.