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Oración y despedida, ¿pero nada de cierre?

"La estructura Popular sigue siendo fuerte y enseña músculo en la 'pequeña Galicia' no tan vaciada como proclaman"

Oración y despedida, ¿pero nada de cierre?

Tras una de las noches electorales más largas y densas -gracias a Pedro Sánchez, que decidió engarzar cuatro consultas en menos de un mes, y le salió redonda la estrategia- desde los años 70 del siglo pasado, habría que decir, en términos generales, que ha sido esta una jornada de reivindicación de la demoscopia en España. Es decir, de las encuestas, los encuestadores y su imagen colectiva, deteriorada hasta límites casi nunca vistos aquí y que ahora, más allá de décimas o centésimas en el acierto, supieron anunciar la buena nueva para el PSOE e incluso la supervivencia activa del PP -que resiste bajando, pero mejor de lo que algunos esperaban- y de la otra izquierda, la que se autoproclamó "nueva" pero sin demostrarlo y que, si bien reducida ahora a una suerte de apoyo/bisagra para la refundada y distinta socialdemocracia española, mantiene capacidad de conditio sine qua non a la hora de pasar factura por sus servicios. Y una factura elevada, aunque para determinar sus cifras habrá que esperar a que las partes contratantes de la primera y segunda parte se sienten juntas para cerrar los preacuerdos ya establecidos hace semanas.

En términos de Galicia, el análisis puede hacerse de una forma algo más sutil, aunque sólo sea porque éste es un Reino relativamente pequeño, en el que protagonistas y comparsas se conocen todos y donde es complicado disimular la amargura de las derrotas y, por supuesto, aplicar el habitual balance según el cual nadie ha perdido. Esta primavera de 2019 sí ha habido vencidos colectivos e individuales, triunfadores indiscutibles, sorpresas y, además, perfiles y organizaciones a las que adjudicar las responsabilidades de que en este antiguo Reino las cosas ya no sean como fueron durante muchos años, quizá demasiados. Es cierto que se mantiene una incógnita, aunque quienes la manejan y hasta la convierten en esperanza sangren por las heridas; la de qué puede pasar en el año y poco que falta para las autonómicas gallegas de 2020. Y el recordatorio de hace cuatro años, único ya, que alienta algo de optimismo para quienes han reclamado la concentración de un voto útil para su causa y han visto que se ha cumplido la petición pero favoreciendo a los adversarios y que, en su lado, el aumento, donde se dio, no fue bastante.

Ese consuelo, resumido, podría recogerse en alguna de las pocas frases que anoche se escuchaban en el ambiente pesimista de algunas sedes del PPdeG: "en 2015 nos pasó algo parecido, y en 2016 revalidamos la mayoría absoluta". Y otra, resaltando la capacidad de resistencia de una estructura, la Popular de Galicia, que sigue siendo fuerte y que enseña - a modo de aviso a navegantes- músculo en la "pequeña" Galicia, no tan vaciada en votos como algunos proclaman. Pero esa es también la organización en la que militan algunos de los responsables y muchas de las víctimas de una noche que, según como se mire, no ha sido tan triste como unos cuantos temían pero sí bastante más de lo que otros aguardaban. Y hay una diferencia, porque el PPdeG tenía antaño listas urbanas más votadas que perdían Alcaldías por los pactos en contrario y ahora dependen de unos cuantos, no muy fiables, para mantener o reconquistar varias. Y lo de contar el número total de sufragios es hoy más aritmética que política, porque lo que ha perdido es poder.

Acerca de los responsables, no es fácil reducirlos a un nomenclátor, porque son bastantes, distintos y con diferente grado. Los primeros, aquellos que pese a toda evidencia, se empecinaron en convertir unas elecciones municipales, e incluso europeas, en una segunda vuelta de las generales. Error de principiantes, porque casi todo el mundo sabe que una revancha sólo se busca cuando el perdedor está del todo recuperado, lo que no es el caso, y si se cambia de estrategia. En el marco gallego, la equivocación fue, aparte de no marcar la suficiente distancia con el púgil que estaba al borde del K.O., por nombre Pablo Casado, asumir un protagonismo casi único en el combate quien no participaba directamente en él, como ha sido el señor presidente Feijóo. Que además de poner en riesgo su propio peso electoral, y el horizonte no es alentador para cualquier proyecto futuro, rebajó en cierto modo la categoría de todos y cada uno de los aspirantes a las Alcaldías urbanas. Es, por supuesto y como lo demás que se deja escrito, opinión personal y por eso subjetiva.

Y hay más, claro. La ausencia casi absoluta de debates, de una exposición mínimamente seria de programas y soluciones para los graves problemas que la mayoría de los Concellos tiene planteados, hizo de la campaña un producto con electroencefalograma plano. Y está comprobado que en ese tipo de situaciones, se maneja mucho mejor quien carece de escrúpulos o pone la mayor parte de los que conserva al servicio exclusivo de su propio interés, un vicio que no se ha eliminado en el conjunto de los partidos, nuevos o antiguos. Y también eso se nota en los resultados: entre aquellos, y por la izquierda, Podemos, o En Marea y su confusión han iniciado su camino de regreso a lo que siempre han sido, porque una parte de su voto "útil" ha vuelto a donde solía y el resto se ha quedado para, como quedó dicho, servir de mozo de estoques al PSOE. Un socialismo algo más rojo que hasta ahora, pero sobre todo conducido a nivel autonómico por gentes sin experiencia que habrán de pasar su reválida preparándola a marchas forzadas y en un ambiente cargado.

Los otros, los nuevos por el centroderecha, han demostrado que están muy lejos aún de significar algo en este antiguo Reino. Cierto que podrían determinar alguna Alcaldía, pero eso dependerá quizás de las últimas cifras de la madrugada y habrá de comentarse mañana. En cualquier caso, su relevancia es mínima quedó demostrado que en Galicia, y por el momento, es mucho menos que en la media del Estado, y no hay opción todavía de una "vía andaluza" para salvar algo importante de la quema si se necesita en el futuro. Y más aún cuanto más pese esa sensación. Acompañada como refuerzo por otro hecho evidente: carecen de liderazgo, personal o programático, y lo poco que se sabe de Ciudadanos o de Vox por lo que a Galicia respecta es que tienen ideas que en filosofía e infraestructuras producen más desconfianza que tranquilidad. Y así no se salvan los problemas ni se ganan las elecciones.

En fin, las dos noticias de la noche son el segundo triunfo del PSOE en un mes, pero lejos de sus mejores momentos municipales en que apenas dependía de alguien y su escalafón abundaba en prestigio, y la derrota del PPdeG que debería provocar en sus filas una construcción de obra y propósito de la enmienda si quiere obtener el perdón de su electorado y el retorno a la senda de la victoria. Pero ha salvado lo principal, como ha logrado también el BNG -subiendo, pero menos de lo que esperaba-, que es la vida útil. Hace muchos años, la noche se remataba, en la inefable TVE, con lo que se decía "Oración, despedida y cierre". Y tanto populares como nacionalistas podrían utilizar, si quieren, los dos primeros elementos y rechazar el tercero para colocar el cartelito de su programación con un "Oración si procede, despedida hasta mañana y de cierre, nada". Sería significativo y hasta en cierto modo divertido. ¿O no??

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