La Xunta pondrá coto al sector del juego de forma "provisional" como respuesta a la "preocupación social existente y al aumento de los problemas de adicción" detectados después de que permitiese en 2012 la explotación del negocio de las apuestas deportivas, actividad que ya genera 134 millones de euros, de los que 28 son beneficios para las compañías. Hoy aprobará un veto que situará durante nueve meses la cifra salones de juego y casas de apuestas en un total de 159 establecimientos: 97 corresponden a los primeros y a ellos se unirán 21 cuya autorización está en tramitación y 41 a las segundas. La cifra es el doble que hace seis años, cuando en 2013 se abrió la puerta al negocio de las apuestas en Galicia.

No afecta a las máquinas

La decisión, sin embargo, no afectará a las máquinas de apuestas instaladas en los locales de hostelería, cuyo tope amplió el Ejecutivo gallego hace dos años para elevarlo de 2.000 a 3.600. Las seis operadoras del sector en Galicia recibían un cupo de terminales a instalar en función de las tiendas de apuestas abiertas, por tanto, podrán llegar a ese máximo si no han agotado su cupo. En noviembre pasado, bares y cafeterías acogían 3.171 de las 3.786 de la comunidad. La diferencia se distribuía entre las tiendas de apuestas, los salones de juego -que albergan también recreativos o tragaperras-, los bingos y los casinos.

El vicepresidente de la Xunta comunicó ayer a los integrantes de la Comisión do Xogo el contenido de la orden que hoy recibirá luz verde en la reunión semanal del Ejecutivo. "No podrán existir más salas de juego de las que ya están funcionando o de las que su solicitud se está tramitando", declaró después.

El veto, sin embargo, no es inamovible, sino que estará vigente hasta la entrada en vigor de la nueva Lei do Xogo, que la Xunta prevé aprobar este año, o durante nueve meses si esa norma se demora. "En este último caso, antes del vencimiento del referido plazo de nueve meses, se efectuará una evaluación de la oferta de juego existente con el fin de determinar la necesidad de adopción de un nuevo acuerdo", establece la orden de Vicepresidencia, a la que tuvo acceso este diario.

Esta planificación "transitoria y provisional" trata de evitar que la nueva Lei do Xogo se vea "frustrada" ante "posibles acciones especulativas" que causen un "incremento excesivo de la oferta del juego con producción de graves perjuicios" para los motivos de "interés general" que justifican la regulación del sector.

"La especial protección de la salud y la seguridad de las personas consumidoras y usuarias de los juegos, la garantía del orden público e impedir el fraude en la actividad del juego son así razones imperiosas de interés general que justifican el establecimiento de limitaciones", alega la orden para poner el candado parcial al negocio.

Tras abrirle la puerta a las apuestas deportivas -ya no están limitadas a esas competiciones- en 2012, Galicia acogió un año después la instalación de las primeras máquinas y tiendas. Entonces, la comunidad contaba con 20 de estas últimas y 54 salones de juego. Ahora, las cifras son de 41 y 97, respectivamente más 21 pendientes de estas últimas: en total, 159, es decir más del doble.

Durante este período, las denuncias de las asociaciones de ayuda a ludópatas y los expertos sobre lo que consideran una "epidemia" de juego han sido constantes. Una encuesta de la USC incluso alertó de que alrededor de 10.000 menores apuestan dinero asiduamente em Galicia sorteando la prohibición.

Ante ese contexto, la Xunta prepara una reforma de la Lei do Xogo, que data de 1985 y que prevé aprobar a finales de año. Con ella pretende prohibir a las casas de apuestas regalar bonos de dinero o partidas gratis para captar clientes o concederles préstamos, según consta en los borradores de la norma que adelantó FARO. También elevará las multas por permitir a los menores apostar y obligará a los dueños de cafeterías y bares a autorizar el funcionamiento de sus terminales de apuestas, de modo similar a las máquinas de venta de tabaco.