El invierno demográfico de Galicia es un fenómeno transversal. La pérdida de población y el envejecimiento galopante que lastra las posibilidades de desarrollo de la comunidad afecta -con diferente intensidad- a todos los estratos económicos o sociológicos, pero hasta dentro de una situación generalizada existen particularidades. Una de ellas es el género. Otra brecha que se traduce en que son las mujeres las que con más intensidad hacen las maletas en el rural "vaciado" para trasladarse a zonas más urbanas. En principio, en busca de mejores oportunidades laborales y más servicios para cuidar de sus hijos.

El comportamiento se observa especialmente entre las más jóvenes. Concretamente en las gallegas que cuentan entre 25 y 29 años -la etapa de mayor fertilidad- y que residen en las áreas menos densamente pobladas. En la comparación de los años 2000-2015, la báscula cae nítidamente hacia un lado: ellas emigran un 88%; ellos un 64%, según el estudio Caracterizacións das migracións do rural galego, elaborado por Rocío Toxo Asorei y Ana Isabel García-Arias.

El trabajo, hecho público en la revista Sémata de Ciencias Sociales y HumanidadesSémata de Ciencias Sociales y Humanidades, ahonda en un campo inusual que sin embargo es compartido en otros puntos de Europa del Este y del Sur. Hasta hace no mucho buena parte de los análisis se centraban en la emigración masiva que durante el siglo XX protagonizaron los gallegos, con América y Europa como destinos principales. El éxodo el rural quedó relegado a un segundo plano del que poco a poco vuelve a resurgir, en pleno debate sobre la crisis demográfica.

En esa línea, ambas expertas tomaron como referencia la clasificación que Eurostat otorga a las Zonas Poco Pobladas (ZPP), en función de su grado de urbanización, y dentro de estas, a las consideradas como altas, medias o bajas.

Las altas suponen buena parte de las provincias de Lugo y Ourense, a excepción de sus polos más dinámicos. Es ahí donde la diferencia de sexos en la tasa bruta de emigración se amplía hasta los mencionados 24 puntos. En las zonas poco pobladas intermedias -identificables con las áreas donde el sector primario es un tanto más boyante, o en los perímetros de las cabeceras de comarca- las jóvenes también despuntan: en su caso la tasa se eleva hasta el 87%, por el 69% de los hombres. Por último, en las zonas poco pobladas bajas la horquilla es del 69-89%, con prevalencia igualmente de las mujeres.

Las causas que explican esta disparidad son de carácter fundamentalmente económico. Lo explica García-Arias, coautora del estudio y profesora de la Escuepa Politécnica Superior de Ingeniería de la USC. Una de sus hipótesis, introduce, "es que las mujeres en edad fértil, que fundan familias y están en edad de trabajar porque necesitan servicios para sus hijos". Tratan de aproximarse, por ejemplo, a los centros educativos o los sanitarios.

En segundo lugar, la experta, miembro también del colectivo Ecoagrasec, habla de la posibilidad de que detrás de esta emigración se escondan motivos laborales. En este punto suelen ser los hombres más propensos a desplazarse por motivos de trabajo pero sin alterar su residencia habitual en el rural. A esto se le conoce como commuting: "Por ejemplo, muchos hombres que trabajan en la construcción lo hacían antes de la crisis", expone.

Ya en 2009, un estudio sobre los modelos de ruralidad elaborado por la Fundación La Caixa, se advertía de que en las provincias de Lugo y Ourense, tanto la "situación remota de los asentamientos" como la ausencia de "un lugar adecuado para nuevos modelos de desarrollo", daba lugar "paradójicamente" a que "el commuting fuese significativo". "No atraen población y el agotamiento demográfico dibuja un paisaje social en el que las huellas del pasado priman sobre las oportunidades de futuro".

Y sin que los nuevos modelos hayan todavía despuntado, una de los sectores más señalados cuando se buscan soluciones para arraigar población en el rural es el primario. Sin embargo, así como en otros puntos de España fue de gran utilidad para atraer mano de obra extranjera, en Galicia actividades como la ganadería son "intensivos en capital", apuntan Toxo y García-Arias en las conclusiones de su estudio.

En ellas también se apunta a que el éxodo de los jóvenes de entre 25 y 34 años comporta no solo una pérdida de tipo numérico, sino que al ser la franja en la que "se fundan las familias y en la que las mujeres se reproducen", su marcha también "compromete la pervivencia de la sociedad rural".