El proceso de desintegración de En Marea y el divorcio entre sus socios amenaza su derecho a situar en el Senado a uno de los tres cargos de designación autonómica, repartidos de forma proporcional a las fuerzas del Parlamento gallego. En Marea lidera la oposición, pero si alguno de sus diputados se fuga al grupo mixto antes del día 21 perderá ese puesto en beneficio del PSdeG. En ese caso, serían los socialistas quienes añadirían otro senador a su botín de las generales del domingo -por primera vez superaron al PP en Galicia en la votación al Congreso y empataron a 8 senadores con los populares -.

La Constitución establece que las comunidades designen un senador fijo más otro por cada millón de habitantes, reparto que debe ser "proporcional a la representación" de los partidos en el Parlamento gallego, según el Estatuto de Autonomía. Al PP, con 41 de 75 diputados, le corresponden dos; a En Marea, el otro.

El partido rupturista y el PSdeG empatan a 14 actas, pero el primero logró 16.000 votos más en las autonómicas. Si perdiese algún escaño, entregaría la condición de segunda fuerza a los socialistas y ese puesto en el Senado, donde la izquierda rupturista gallega, dividida en dos papeletas el domingo -En Común-Unidas Podemos frente a En Marea- perdió el único logrado hace tres años.

Para blindar ese cargo, En Marea solo debe aparcar veinte días una división en el Parlamento gallego que se da por segura, resucitando el recuerdo de AGE, precedente de ese proyecto que en 2012 perdió tres de sus nueve diputados rumbo al grupo mixto. El día 21 se constituyen las Cortes y antes el hemiciclo gallego deberá elegir a sus senadores autonómicos. El sistema garantiza el derecho de En Marea, pues se somete a votación secreta una única papeleta con los nombres elegidos por cada partido en función de su peso.

El intento fallido de Podemos de apartar de forma inmediata a Luís Villares de la portavocía parlamentaria por las reticencias de Anova y Esquerda Unida, también críticos con el juez, a esa maniobra antes de las municipales del día 26 apunta al blindaje de su acta en el Senado, pero el cruento enfrentamiento entre ambos bandos no permite descartar ningún escenario. De hecho, los diputados de Podemos ya han consultado las opciones legales para intentar conformar un grupo propio en O Hórreo, en principio inviable según su reglamento.

La mayoría del grupo acordó reorganizar las portavocías para relegar a Villares, pero este avanzó que no aceptará órdenes de sus compañeros: solo obedecerá a la dirección del partido instrumental, que él controla. Alega que es quien tiene legitimidad para ello. En todo caso, su posible salida para asumir el resultado del 28-M solo se produciría tras las municipales.

Podemos mantiene la presión sobre él tras el batacazo del domingo. En Marea no alcanzó los 18.000 votos, mientras Unidas Podemos logró 237.000 y dos diputados. El líder de Podemos Galicia, Antón Gómez-Reino, defendió ayer que el portavoz parlamentario de En Marea se elija por "mayoría" del grupo.

La desintegración de esta alianza reduce sus fuerzas a poco más de un año para los comicios autonómicos. Su liderazgo de la oposición se esfumará cuando su grupo se rompa mientras el PSdeG crece como fuerza más votada en las generales y el PPdeG vive su peor momento. Su división, sin embargo, podría aumentar en esa cita con las urnas, pues Anova, que no concurrió el 28-M, baraja impulsar un proyecto con las mareas locales al que invitar a Podemos y EU, pero rechaza diluirse en Unidas Podemos. En Marea se quedaría sola si no sufre algún nuevo terremoto antes o podría buscar un pacto con el BNG.