El concurso de minas abandonadas forma parte de la estrategia del Ejecutivo del popular Alberto Núñez Feijóo para despertar un sector que en 2010, un año después de su llegada a San Caetano, consideraba "durmiente". La búsqueda de nuevos materiales clave para la industria de las nuevas tecnologías, como el litio -el mayor yacimiento de Europa se encuentra en Portugal, a doce kilómetros de Verín-, el tántalo -la mina de A Penouta, en el concello ourensano de Viana do Bolo es la única de Europa que extrae, por una firma canadiense, coltán para obtener el citado tantalio, imprescindible en los móviles y otros dispositivos similares- o el niobio se une a la de minerales explotados hace años y cuyo interés ha reavivado, caso del wolframio. De hecho, en 2016 reabrieron tres yacimientos para obtener este material en los concellos coruñeses de Lousame y Santa Comba y en el ourensano de A Gudiña. Por el primero, ha sido imputado el director xeral de Enerxía e Minas, Ángel Bernardo Tahoces, a petición de la Fiscalía ante un posible delito de prevaricación por rebajar las exigencias medioambientales.

El interés por la minería ha resurgido. Economía tramitaba el año pasado 648 solicitudes de explotación y estudiaba otras 308, pese a las quejas ecologistas. Este colectivo exige impedir que reabra una mina en Touro y O Pino, donde una empresa quiere extraer cobre a cielo abierto.

Hace años, la polémica giró en torno al plan para detraer oro en Corcoesto, pero la Xunta denegó el permiso a la empresa por incumplir las exigencias legales para ello.