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El ángel guardián de la abuela es un GPS

El programa de localización y control voluntario suma ya 361 beneficiarios - El sistema permite supervisar a personas con Alzheimer o demencia

Lidia Díaz González, usuaria del programa de geolocalización, con su hija Lidia Ferreira. // José Lores

Lidia Díaz González tiene un punto referencial en Vigo donde suele quedar con su hija y por el que hasta pregunta a los conductores del Vitrasa: la entrada de Príncipe, solo que ella lo conoce por "Ricardo Costas", el nombre de una tienda de ultramarinos en el que solía comprar y que aún sobrevive en una memoria en la que a veces sus hijos se confunden. Lidia Díaz tiene 88 años y unas cuantas rutinas más, entre ellas andar. Los sábados, desde hace 30 años, tiene por costumbre acercarse a la plaza. No falla a esa cita ni siquiera ahora, pese a que a veces tiene dificultades para orientarse y pérdidas de memoria. El secreto es que un ángel de la guarda sigue sus pasos y vela por ella, un ángel moderno, tecnológico, porque Lidia es usuaria del servicio de geolocalización y control voluntario de personas vulnerables que la Xunta tiene contratado con la Cruz Roja.

El programa cada día gana más adeptos -su número se ha más que triplicado desde 2009: desde los 107 que estaban apuntados entonces hasta los 361 del dato que le consta a la Consellería de Política Social al cierre de 2018- y sus beneficiarios le hacen una publicidad estupenda. Lidia Ferreira, hija de Lidia Díaz, habla maravillas: "Estoy encantada. Pregunto al localizador y si me dicen que va por la Avenida de los Castros, ya sé que mi madre está perdida, y si me dicen que está por Florida a cierta altura yo sé que está en la parada de Vitrasa". "Eso me permite no alarmarla sin necesidad. Si no, yo me presentaría allí, nerviosa", admite.

"No tiene una demencia fuerte o un Alzheimer", cuenta Lidia, pero cuando su madre comenzó a tener problemas de ubicación, ella y sus hermanos conocieron a través de una trabajadora social el programa. El servicio consiste en un equipo que integra un teléfono móvil con tecnología GSM y un módulo de localización geográfica vía satélite GPS. Se completa con un centro de control desde el que es posible conocer la posición exacta del usuario en cualquier momento. Como explican desde la Consellería de Política Social, la terminal se comunica con la plataforma cada cinco minutos enviando la posición. Si es necesario, puede saberse dónde está, y también cuando la terminal envía un aviso automático que pueda indicar una situación de peligro. "Estamos contentísimos, porque nos ha dado algún susto de quedar con ella y no estar", explica su hija Lidia, quien insiste: "Para mí ha sido una tranquilidad increíble".

Con el servicio, la Xunta busca fomentar la autonomía a personas que presenten un deterioro cognitivo, pero que aún viven en su domicilio. El objetivo es que no vean menguadas sus posibilidades de salir de casa y de seguir manteniendo sus relaciones sociales y Lidia madre es un ejemplo. Sobre todo porque anda mucho y eso, recalca su descendiente, es muy bueno para ella, por salud y porque los mayores, proclama, "también quieren su autonomía" . "Ella quiere hacer las cosas que hacía", subraya.

Pero no solo para ella. Lidia Ferreira asegura con convicción que haría una campaña para "promocionar" su uso en el medio rural, donde considera que esta geolocalización es "indispensable". Y aún más, dice, "obligatoria". Porque en pueblos aislados, donde cada día queda menos gente, cree que no es difícil que algún mayor salga a pasear y se pierda y que a veces esa historia, tras días de búsqueda, no tenga final feliz.

El servicio es compatible, asegura la Xunta, con otros que integran el sistema de atención a la dependencia, como el centro de día, ayuda en el hogar o la teleasistencia, pero Lidia Ferreira cree que a ciertas edades y en casos de deterioro debería ser "obligatorio" y que "debería solicitarse a través del médico de familia". De ejemplo pone a su madre: "El médico de cabecera para ella es el que sabe todo y si él le dice que tiene que tener eso para saber dónde está, le hace caso".

"Nosotros le explicamos que era por si alguna vez se despistaba de parada, para que pudiéramos saber dónde está, y ella a veces nos dice no sé por qué tengo el teléfono, si a mí no me llama nadie. Pero ya tiene el hábito de usarlo". El "teléfono", como su usuaria lo llama, podría haber sido una pulsera. "Se lo propusieron, pero no lo quiso. Dijo: ¡ Cómo voy a andar yo con una pulsera ahora, si no la tuve de joven!", cuenta su hija.

La población de Galicia envejece y los expertos calculan que hasta un 15% de los mayores de 65 años (el 57% mujeres) pueden llegar a desarrollar problemas cognitivos. Hay muchas Lidias Díaz en potencia, muchos mayores que sufrirán las facturas de la edad. Y, como señala su hija, se "merecen" el estar cuidados. "Y la tranquilidad", sostiene, "no tiene precio".

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