Pedir la comida al bar de abajo y afrontar ese momento en soledad, así como los propios achaques de la senectud, ponen en riesgo la salud de casi 27.000 gallegos mayores de 65 años que se valen perfectamente por sí mismos y viven solos. Estos ciudadanos están acechados por un riesgo de malnutrición que sitúa su ingesta de calorías diarias en el límite de sus necesidades fisiológicas, problema que aumenta a medida que se eleva la edad. Añadiendo a quienes conviven en familia, esta amenaza afecta a cerca de 61.000 personas.

Estas cifras son el resultado de extrapolar a la población de la comunidad las conclusiones de un estudio elaborado por un grupo de profesionales sanitarias preocupadas por los hábitos nutricionales de los mayores gallegos que mantienen su autonomía, vivan solos o acompañados de familiares, y, por tanto, no estén institucionalizados en residencias o centros de día: el 15% de ellos está en riesgo de malnutrición. Sus datos ponen al descubierto un riesgo en un colectivo que no para de crecer en Galicia debido al envejecimiento poblacional. Entre quienes comen solos ese porcentaje crece al 20%. Aunque el estudio no colige que estos vivan sin compañía, esa tasa aplicada sobre los 128.800 hogares unipersonales gallegos de ciudadanos que superan los 65 años muestra el peligro de una alimentación deficiente para casi 27.000 de ellos.

El problema irá en aumento. En la actualidad, uno de cada cuatro gallegos supera los 65 años -en una década crecerá al 33%-: son 672.930 de los 2.701.743 habitantes actuales. La tasa de dependencia de este colectivo es del 40%, por lo que 404.297 gallegos a partir de esa edad gozan de autonomía. En el caso de quienes superan los 75 años, el riesgo crece al 17,3%, por lo que deben mejorar su alimentación unos 36.650.

Mayor mortalidad

Mayor mortalidadLa luz de alarma se enciende con las conclusiones del citado estudio y la evolución demográfica. Factores sociales y de salud, además de económicos, determinan el aumento o reducción del peligro de una nutrición deficiente de un mayor, con las consecuencias que acarrea. "La malnutrición se considera un componente de fragilidad, se asocia a un mayor riesgo de morbimortalidad, mayores tasas de infección, aumento del número de caídas y fracturas, estancias hospitalarias más prolongadas, así como empeoramiento de las enfermedades agudas o crónicas subyacentes y un deterioro general de la calidad de vida", advierte el estudio.

En primer lugar en la lista de causas se sitúan las inherentes a la edad. El envejecimiento suele reducir la actividad física, generar problemas para masticar o deglutir, molestias grastrointestinales e incluso pérdida del olfato y el gusto. En segundo, la escasez de recursos económicos. Y en tercero, factores sociales y de salud, sobre los que proponen actuar con programas de prevención los autores de esta investigación. Se trata de María I. Gómez Besteiro, Amalia Conceiro Rúa, Rosa Pita Vizoso, Carmen Yera Fachal, Gael Naveira y María Isolina Santiago.

El riesgo de malnutrición se eleva hasta el 19% entre quienes no cocinan sus propios alimentos y baja al 13,6% si se preparan la comida ellos mismos; al mismo tiempo, roza el 21% entre los que comen solos, sin familiares con los que socializar o que los induzcan a alimentarse mejor. En este caso, el peligro se reduce siete puntos si el mayor cuenta con al menos dos acompañantes.

Sin embargo, son los ingresos hospitalarios los vectores más determinantes, hasta el punto de triplicar el riesgo entre quienes han superado las dos semanas de cuidados: 54%. De siete a trece días cae al 25%, pero en los períodos inferiores a una semana crece al 30%.

Los autores del estudio radiografiaron hace nueve años el estado nutricional de los mayores de 65 años sin dependencia y ajenos a residencias o centros de atención. Sus conclusiones fueron publicadas en enero bajo el título Estado nutricional en mayores de 65 años atendidos en Atención Primaria en la zona norte de Galicia, publicado por la revista Metas de Enfermería. Sus resultados son extrapolables a toda la comunidad.

Destacan una deficiente información a este colectivo sobre nutrición por parte de los médicos de Atención Primaria, pues su encuesta a 1.196 personas revela que una cuarta parte de quienes están en riesgo de malnutrición no recibió asesoramiento alguno. También proponen que la administración selle acuerdos con comedores de instituciones o empresas privadas para facilitar que quienes comen solos lo hagan en compañía.