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Galicia afronta el 28-A unas generales con la oferta más fragmentada de 30 años

Abaratará los escaños en Galicia, donde Feijóo se juega su plus electoral y la oposición, el liderazgo de la alternativa

Gente votando en convocatorias electorales previas en Galicia // Emilio Fraile

Esta medianoche se inicia la campaña de las elecciones generales del día 28 y, otra vez, se trata de una cita que determinará un "nuevo tiempo" político, como sucedió en 2015 y 2016, marcadas por la irrupción de Podemos y Ciudadanos, cuya presencia finiquitó el bipartidismo asentado desde los años ochenta. Ahora de nuevo se abre un tiempo nuevo, ante el añadido de Vox. Su presencia en el Congreso, que las encuestas dan por segura, dividirá aún más la derecha y eliminará la excepcionalidad española, que, a diferencia de sus vecinos europeos, carecía de un partido de ultraderecha en el escenario político principal. Además, en España y, sobre todo, en Galicia la izquierda rupturista se divide en varias familias (la En Marea de Luís Villares y En Común-Unidas Podemos, mientras Anova no participará en los comicios), lastrando sus opciones electorales y comprometiendo su credibilidad para llegar a acuerdos con otras fuerzas, al ser incapaces de hacerlo entre ellos.

Esta semana se conoció el resultado de la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que apuntó dos aspectos clave en Galicia. Por un lado, un porcentaje de indecisos del 46%. Por otro, un inédito reparto en democracia de los 23 escaños de la comunidad entre cinco organizaciones: PSOE, PP, En Común, Ciudadanos y Vox. Aunque atribuye un 4% a otros partidos, capítulo en el que figuraría el BNG.

Esa fragmentación debería tener una consecuencia clave para estas fuerzas políticas: el abaratamiento de los escaños. La aplicación del sistema electoral permitiría lograr representación a partidos con menor porcentaje de apoyo que en 2016 no les reportó acta. Por ejemplo, Ciudadanos perdió aquel año el único escaño que había obtenido en 2015 por A Coruña por menos de un punto. El PP le arrebató aquel representante por 4.117 papeletas (0,6%), al igual que hizo en Ourense a En Marea, aunque solo por 1.710 (0,9%). En Pontevedra, el PSOE logró el último parlamentario por 7.178 sobre el PP (1,3%) y en Lugo, En Marea marcó la mayor diferencia en la foto finish: 6.740 sufragios sobre los populares (3,5%).

Este efecto influirá sobre todo en Pontevedra y A Coruña, las más pobladas y en las que se reparten siete y ocho asientos en la Cámara Baja, por cuatro en cada una de las provincias del interior. De hecho, el reparto de los escaños de los territorios menos poblados, la España vaciada, favorece al bipartidismo, al dificultar la traducción en representantes de los votos a fuerzas diferentes de PSOE y PP. De ahí la apelación popular al voto útil contra Pedro Sánchez, pues los apoyos fugados a C's y Vox podrían favorecer al PSOE. Es decir, el PP pagará el peaje de la división que hace años abona el PSOE en la izquierda.

"En Galicia, sobre todo en el litoral, los escaños serán más baratos porque aquí las mareas van divididas y está el BNG por otro lado, lo que también convierte las elecciones aquí en más impredecibles que en el resto del Estado", considera Miguel Anxo Bastos, profesor en la facultad de Ciencias Políticas de la Universidade de Santiago (USC).

Con ese análisis coincide Cristina Ares, también docente de la USC y que califica el 28-A como la cita electoral más "impredecible", con movimientos internos de electores en cada uno de los dos bloques (derecha e izquierda). "La mayoría no duda a qué bloque votará, pero sí a qué partido. Solo se detectan algunas dudas entre bloques entre PSOE y Ciudadanos", comenta. En su opinión, otro elemento determinante en el resultado final será el comportamiento "cada vez más sofisticado de los electores, sobre todo de los jóvenes y las personas de mediana edad", que varían de elección con más facilidad en cada cita con las urnas.

Con la crisis catalana sin resolver y el juicio al procés en marcha, la movilización resulta como siempre clave para cada bando. En Galicia, sin embargo, se juegan también claves internas en cada trinchera, que marcarán la inercia para las municipales del 26 de mayo y las autonómicas de septiembre u octubre del año que viene.

| El PP. Los populares saben que les tocará sufrir el deterioro de su marca, a tenor de las encuestas, que vaticinan un varapalo para su líder estatal, Pablo Casado. El presidente de los populares gallegos, Alberto Núñez Feijóo, medirá su fortaleza en las urnas y el impacto del mordisco de Ciudadanos, que ha fichado a algunos expopulares para las municipales, y Vox. Si Casado sufre un castigo severo y Feijóo mantiene el tipo, las miradas se centrarán de nuevo en él como alternativa para tomar el timón estatal. Pero a diferencia del momento en que renunció a esa opción alegando que se había comprometido cuatro años para gobernar la Xunta, ahora tendrá por delante menos de año y medio de legislatura autonómica.

"Feijóo se juega parte de su liderazgo porque su partido podría no ser el más votado en Galicia. Eso lo debilitaría, o lo potenciaría en caso de mantenerse y resucitaría su papel futuro en el PP estatal", cree Miguel Anxo Bastos.

El mensaje duro de Casado chirría con el perfil moderado que se ha labrado Feijóo a nivel estatal, lo que le hace pasar de puntillas por salidas de tono de su jefe de filas, como acusar al PSOE de preferir "manos manchadas de sangre a manos pintadas de blanco". En el partido lo justifican como estrategia para retener votos. "Feijóo parece bastante ausente en la precampaña y no se le ve excesivamente implicado. Puede tener que ver con que el partido parece derechizarse y apostar por más centralismo", reflexiona Ares.

De puertas para dentro, en el PP gallego se reconoce la dificultad para amarrar un escaño por cada provincia y se justifica parte del discurso de Casado por el intento de retener el voto que se fugue a Vox.

| El PSOE. La ola socialista que pronostica el CIS eleva su posible representación en Galicia a 9 o 10 escaños, frente a los seis actuales, lo que le permitiría regresar a los tiempos de Rodríguez Zapatero en Moncloa. El viento de cola del Gobierno central es el principal factor con el que cuenta el PSdeG, cuya dirección, en manos de Gonzalo Caballero, ansía un éxito no solo para impulsar a su líder como alternativa en Galicia al PP, cartel en juego también, sino para cauterizar las heridas internas provocadas por el intervencionismo de las cúpulas autonómica y estatal en la elaboración de las listas electorales. Esa grieta en una organización tan proclive a las peleas de puertas adentro se ensancharía ante un 28-A que no esté a la altura de las expectativas.

Bastos y Ares coinciden en no percibir un perfil propio del PSdeG antes del inicio de campaña, fiándolo todo al efecto Pedro Sánchez. Aun así, la cita resulta vital para consolidar a Caballero y que asuma el papel de líder de la alternativa a Feijóo. "Un buen resultado reforzaría a Caballero y lo convertiría en alternativa seria a la Xunta", cree Bastos, que, al igual que Cristina Ares, reconoce que el 28-A no podrá extrapolarse a unos comicios autonómicos. "Pero se leerán los resultados en clave gallega y va a clarificar el estado de la oposición", matiza el profesor.

| El BNG. El Bloque entró por primera vez en el Congreso en 1996 y perdió su representación en 2015. Entonces y en 2016, el nacionalismo siguió presente, aunque diluido, en la coalición En Marea, a través de dos diputados de Anova, la fuerza fundada por Beiras tras romper con la hasta entonces "casa común" del nacionalismo. La implosión del rupturismo y la cohesión interna del Bloque han avivado la esperanza de regresar a las Cortes en un momento en que los nacionalismos catalán y vasco están en primer término. "Es su momento o debería de serlo, pero yo veo al Bloque algo opacado y no le favorecen algunos debates estatales, en los que no se siente cómodo, como el de Cataluña", tercia Bastos. Cristina Ares rebaja las expectativas de la organización que lidera Ana Pontón, para la que "es complicado" lograr representación. "El sistema electoral es muy poco proporcional, especialmente en provincias pequeñas, y le perjudica", añade sobre la opción de que el nacionalismo gallego quede fuera totalmente de la Cámara por primera vez en 23 años. El CIS obvia al BNG, que se agarra al 4,2% que la encuesta atribuye a "otros partidos" para reivindicar sus opciones.

Podemos y En Marea miden fuerzas tras el divorcio

  • Si la izquierda gallega se juega quién se postulará como líder de la alternativa a Feijóo en las autonómicas de 2020, Podemos y En Marea se repartirán los apoyos y costes electorales de su divorcio, que afectará no solo a las generales, sino a las municipales del 26 de mayo. El capital político de la autoproclamada izquierda rupturista se dividirá entre dos de sus actores, mientras que otro se queda en casa. Competirán en las urnas En Marea, el partido dirigido por Luís Villares, y la coalición En Común-Unidas Podemos (Podemos, Esquerda Unida, Mareas en Común y Equo). Anova, molesta con el trozo del pastel de las candidaturas, que les reservaban estos últimos decidió no participar. Ante la sucesión de roces, reproches y acusaciones mutuas, los 347.542 gallegos que confiaron hace tres años en la coalición -cinco diputados- se debatirán entre pasarles factura por su guerra civil y elegir qué papeleta prefieren. Ahí la estrategia del PSdeG también afectará, pues no solo el PP apelará al "voto útil" a la derecha para frenar a Vox, sino que los socialistas también condicionarán el freno a un gobierno "de las derechas" al "voto útil" a sus siglas, a tenor de la dispersión del rupturismo. El efecto de ese reparto de votos será determinante no solo para el Bloque, posible heredero del voto nacionalista que los abandonó para irse con Beiras, sino para todo el tablero político. Fuentes del PP reconocían hace días sus cábalas sobre el impacto de la dispersión de este voto en sus propios intereses. El CIS pronostica un varapalo para En Marea, a la que deja sin representantes, y una fuerte caída para En Común, que retendría un acta por Pontevedra y A Coruña, confirmando la idoneidad de la maniobra de situar a Yolanda Díaz, número 2 por A Coruña en 2015 y 2016, como puntal por la provincia pontevedresa. Una vez se celebren los comicios, quedará claro qué bloque es el fuerte y abrirá la incógnita de si la guerra entre ambos se traslada de forma inminente al Parlamento gallego, donde aún comparten grupo, o se demora hasta después de las municipales, donde la división será mayor. De hecho, los miembros de Podemos y EU que forman parte del grupo parlamentario de En Marea ya han consultado a los servicios jurídicos las opciones existentes para tumbar como portavoz a Villares, que se ha hecho con el control del partido instrumental, pero carece de mayoría en O Hórreo. Además, el bloque de Podemos comenzará a preparar la estrategia para presentar un candidato propio a la Presidencia de la Xunta del año que viene, si no lo consensúa con Anova. "Las generales clarificarán quién gana de cara a las autonómicas y quién es derrotado, o si los dos son derrotados", augura Bastos. La campaña será clara. En Común se presentará como el voto que permita aplicar políticas de izquierda "verdadera" al PSOE y En Marea reivindicará su autonomía frente a las "tutelas" de Pablo Iglesias, citando el apoyo al presupuesto de Sánchez que reducía la inversión en Galicia un 19%.

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