"No soy un incendiario; tenía hambre y quería asar un chorizo", alega el acusado de un incendio

La fiscal pide una condena de 5 años de cárcel para este funcionario judicial de Vigo por un fuego de 1,2 hectáreas en Os Blancos en 2017

Miguel Á. M. N. durante el juicio, ayer, en Ourense. // Brais Lorenzo

Miguel Á. M. N. durante el juicio, ayer, en Ourense. // Brais Lorenzo

Ourense

"No soy ningún incendiario y lamento muchísimo el perjuicio que causé". Fue la última palabra en el juicio ayer en Ourense de Miguel Á. M. N., natural de Rairiz de Veiga, funcionario judicial en Vigo y vinculado al movimiento ecologista. Se enfrenta a una petición de condena de 5 años y medio de cárcel por un incendio forestal de 1,2 hectáreas en Os Blancos el 15 de octubre de 2017, el fin de semana en el que ardieron casi 50.000 en toda Galicia. "Ese día fui a pasear con el perro. Tenía hambre, quería calentar un chorizo y el fuego salió escopetado. Intenté apagarlo primero con los pies y luego con una xesta, pero entró en una silveira y ya no pude con él", manifestó a preguntas de su abogado.

La fiscal descarta la negligencia que aduce en su versión el encausado: "trata de dar una versión de los hechos digna de una mente imaginativa. El incendio no fue una imprudencia, sino doloso e intencionado". La Guardia Civil sostiene que la causa fue "un mecherazo". Los agentes no encontraron ninguna evidencia de una fogata ni restos que sugirieran la preparación de chorizos en ese lugar.

El coordinador de la investigación afirmó, además, que el inculpado azuzó un perro contra los agentes en el momento de la detención. La fiscal llamó la atención sobre una serie de objetos (móvil, llaves, una tijera de podar y un abrelatas) que presuntamente fueron quemados y depositados allí después del fuego. No se encontraron en la primera inspección ocular, sino en otra revisión días más tarde. El acusado alega que no encontraba las llaves y el móvil tras el incendio y por eso no pudo alertar a las emergencias ni marcharse en coche del lugar.

Aquel día el riesgo de incendio estaba catalogado como extremo, con temperatura de 29º, humedad del 26% y rachas de viento de 31 kilómetros por hora, factores que complican los incendios y favorecen la propagación como si fuera pólvora.

En la finca había maleza, según varios testigos. La defensa, ejercida por Guillermo Presa, alega que no era consciente del riesgo meteorológico. Incide en la "presión social y mediatiza" del proceso por haber coincidido con la oleada de incendios de octubre de 2017. Sostiene que la finca que ardió, de la mujer del acusado, es un lugar que él apreciaba, donde con un familiar había plantado hace años medio millar de castaños. Pide la absolución o, en caso de condena, que la Audiencia catalogue los hechos como una negligencia. El letrado admite la "imprudencia grave" y propugna la aplicación de una eximente incompleta de anomalía psíquica más las atenuantes de dilaciones indebidas y reparación del daño, pues ya ingresó la cuantía de los gastos de extinción. La Fiscalía admite esta última atenuante pero mantiene su petición de condena de 5 años y medio.

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