Si cada día caminásemos lo mínimo establecido por la Organización Mundial de la Salud, 10.000 pasos, tardaríamos en llegar hasta Nueva Zelanda alrededor de 6 años y medio. Casi 20.000 kilómetros nos separan de nuestras antípodas -la distancia máxima de un punto a otro en la Tierra-, el trayecto más largo se computaría desde la playa de O Vao hasta Greymouth, un total de 19.991 kilómetros, o, para los que sean de coger el coche, lo equivalente a 34 viajes Vigo - Madrid. En resumen, de perforar el terreno en línea recta, acabaríamos en Nueva Zelanda. Volviendo a la realidad, el trayecto en avión consumaría entre dos y tres jornadas, 30-55 horas, con, mínimo, dos escalas.

Exactamente, 68 gallegos están repartidos por tierras neozelandesas, que, sumados al resto de españoles, 897, se unen a una población total de 4.792.409 personas. No podrían estar más lejos de casa 30 coruñeses, 23 pontevedreses, 11 ourensanos y 4 lucenses. Son una colonia ínfima comparada con la Galicia por excelencia en el exterior, Argentina, donde, a día de hoy -a fecha de 1 de febrero-, viven 163.076, la tercera parte (el 35,68%) del conjunto de acentos del hogar de Breogán repartidos por el globo, que suman 457.102 -una cifra que crece cada año, en 2002, era de 279.901-, según el Censo electoral de españoles residentes en el extranjero (CERA) -cómputo de gallegos de origen, descendientes de emigrantes censados en Galicia o extranjeros que han conseguido la nacionalidad en la comunidad-.

A pesar de la distancia, Nueva Zelanda es muy parecida a Galicia en lo paisajístico, pero muy dispar en muchos otros aspectos, amén de que muchos de ellos caminan descalzos, como la gastronomía, la cultura, esencialmente británica, y, empezando por lo básico, el reloj, que no cambia las manijas, pero sí el tiempo, exactamente viven 12 horas por delante, precisamente por situarse en el punto opuesto en el globo, a 180º de diferencia. Ahora mismo allí son las...

Hora actual enAuckland, Nueva Zelanda

Hora actual enAuckland, Nueva Zelanda

...y, además, por tener una latitud simétrica y la misma distancia al Ecuador, viven en estos momentos los primeros compases del otoño, con el verano recién terminado del que hasta el 21 de marzo se adueñaba el hemisferio sur. El clima, suave todo el año, con inviernos prácticamente inexistentes y, en general, muchas horas de sol, es otro de los factores que nos alejan todavía más de nuestras antípodas.

La capacidad de tolerancia e integración es uno de los tesoros que enriquecen a los "kiwis", de personalidad muy simple, alejada de egos y envidias en su mayoría. De todo lo narrado dan fe cuatro gallegos emigrados a la otra punta del mundo literalmente: Virginia, de Vilagarcía de Arousa; Andrea, de Vigo; y Alejando y Rita, de Santiago de Compostela

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Desde el 2006 -fecha inaugural del CERA para analizar el censo por provincia de inscripción y país de residencia-, la llegada de gallegos a Nueva Zelanda ha crecido siempre al cierre de cada año. Desde entonces, lo ha hecho en un 971%, excepto en el último recuento, del 1 de febrero -todavía a expensas de que termine 2019-, que se ha reducido, ya que a fecha de 1 de enero, se han contabilizado 69.

Desde los años 70 hasta algo antes del inicio de la crisis, el flujo de gallegos hacia el extranjero se había aminorado, pero, a partir del 2006, la emigración volvió a repuntar. Ese mismo año, 3.909 gallegos dejaron la tierra; en 2007, 5.467; al año siguiente, 7.435; en el 2009, 9.375... para, finalmente, trepar hasta las 11.869 despedidas registradas por el Instituto Galego de Estatística (IGE) en el último ciclo analizado, el 2017, siendo el peor dato de los últimos 20 años, cuando se comenzaron a recoger las primeras cifras.

Esto suma desde ese 2006 un total de 100.588 adioses a Galicia, como si desapareciese la ciudad de Lugo por completo; balanceado por la llegada de 141.900 personas desde el exterior.