Galicia repitió el año pasado como la segunda comunidad con la nota media más baja de selectividad, un 6,11, y además empeorando, pues en 2017 había sacado un 6,19, y en 2016, un 7,08. La comunidad también es la segunda comunidad con menos aptos: un 91,62%, cuando la media estatal es de 95,34% y País Vasco registra el mejor dato con un 98,88%. Son datos que pueden explicar que los estudiantes gallegos a punto de entrar en la Universidad sean los que más demandan una nueva corrección de sus pruebas en toda España. También puede influir que la selectividad desigual lastra las opciones de los alumnos gallegos frente a estudiantes de otras comunidades, pues obtienen las puntuaciones más bajas en Lengua y Química, Biología, Física y Filosofia.
El año pasado demandaron una segunda revisión del 66 por ciento de los exámenes realizados, cuando la media estatal es del 34,4%. En el extremo opuesto del ranking está el País Vasco, con un 20%. Solo Galicia llega a superar el 60% de exámenes revisados por segunda vez, según los datos hechos públicos por el Ministerio de Educación.
Un estudiante puede exigir una segunda corrección de uno o de varios exámenes. No es una cuestión baladí. Para que un alumno esté dispuesto a dar un paso adelante debe estar seguro. Debe pensar que sus respuestas merecen mayor valoración, y se arriesga porque en una segunda corrección puede terminar con menos puntuación. Es decir se puede subir nota, pero también bajar, o quedarse tal cual.
En una segunda corrección, se revisa el examen por completo, y la calificación final resulta de la media de las dos correcciones. Si la diferencia es de dos puntos o superior, el tribunal realiza de oficio una tercera corrección, y la nota final será la media aritmética de las tres correcciones.
No obstante, si se detecta que hubo un error del profesor al corregir un examen y se olvidó de sumar la puntuación de un ejercicio, entonces solo se tiene en cuenta la segunda nota.
En Galicia, la segunda corrección del examen va en aumento, pues en 2017 afectó al 46% de los ejercicios de selectividad, cuando la media estatal era del 33% y en 2018 se disparó al 66%. En las estadísticas del Ministerio de Educación no figuran datos de todos los años, pero en 2013, hubo doble corrección en el 51,65% de las pruebas, en Galicia. Entonces, la media estatal era del 27,65%.
¿Por qué animarse a reclamar? Porque la nota parece injusta y se piensa que se merece más aunque no sea decisivo el resultado, pero también hay casos en que una décima decide la entrada en la carrera de tu vocación, y entonces se pelea por arañar una o varias décimas. De hecho, es posible pedir hasta una tercera corrección del examen. Si la nota de esta nueva revisión es mayor que la de la segunda, es la que vale. Son muy pocos los que llegan hasta aquí. El año pasado sólo se pidió para el 0,65% de los exámenes. En toda España, para el 2,87% de las pruebas.
Los estudiantes a los que no les convence su cualificación tienen otra opción: reclamar, que consiste en solicitar revisar posibles errores. No implica una corrección total del examen. Se demanda algo concreto. Por ejemplo, que no se cumple el criterio de evaluación, o una pregunta sin sumar en la nota final. En este caso, no se asumen riesgos. No hay bajada de nota.
El año pasado, se presentaron un 21,83% de reclamaciones en Galicia. No es un recurso muy utilizado. En España, la media es del 9,80%, pero hay comunidades donde no se registran casos.
Para quienes estén dispuestos a seguir luchando, y hayan fallado las opciones anteriores, se puede presentar un recurso potestativo de reposición y un recurso contencioso, que ya supone irse al juzgado.
