Mientras los alquileres se encarecen y obligan a muchos jóvenes a quedarse en casa de sus padres, en Galicia no solo hay 240.000 pisos deshabitados sino que además se disparan los hogares con cuartos vacíos. El envejecimiento poblacional y la baja natalidad están convirtiendo viviendas familiares en inmuebles infrautilizados, en los que su único residente vaga por una casa con más de cuatro habitaciones, de las que solo utiliza una mientras el resto se llena de polvo. La Xunta calcula que una de cada cinco viviendas en la comunidad gallega está "infraocupada" y advierte que este fenómeno va en aumento: en dieciséis años se han duplicado los inmuebles con más de tres cuartos desocupados.
Las familias cada vez son más pequeñas y el número de ancianos que viven solos se incrementa año tras año. Pero las casas no menguan de tamaño y se da la paradoja de que, mientras algunos tienen dificultades para conseguir casa o viven apiñados en un piso de pocos metros cuadrados, otros residen en inmuebles cuatro veces más grandes de lo que necesitarían.
Según los datos de un informe del Observatorio de Vivenda que analiza las necesidades de rehabilitación residencial, en 1999 solo el 10 por ciento de las casas estaba infraocupada -es decir, tiene cuatro o más habitaciones por persona-. En la actualidad, la cifra asciende al 20 por ciento.
Por el contrario, baja en picado la sobreocupación de viviendas. Se considera que un inmueble tiene más ocupación de la que debería cuando no hay una habitación por persona o por pareja en la casa. En Galicia hay 27.000 hogares en esta situación. Es el 1 por ciento del parque total de viviendas, sin embargo hace dieciséis años la cifra era mucho mayor: el 12 por ciento.
Hay diferencias importantes por provincias. En Pontevedra hay diez veces más inmuebles con sobreocupación (13.605) que en Ourense (1.752).
Por el contrario, el mayor porcentaje de hogares que están infrautilizados están justamente en las provincias más rurales y con mayor envejecimiento poblacional: Lugo, donde el 25,6 por ciento de los hogares tiene más de tres cuartos vacíos, y Ourense, con el 24,8 por ciento. En A Coruña son el 20,3 por ciento y en Pontevedra únicamente están infraocupadas el 18,7 por ciento.
El problema de estas viviendas grandes en las que sus residentes apenas ocupan una o dos habitaciones es que, en muchas ocasiones, resulta también más gravoso para sus propietarios el mantenimiento y las reformas. El Observatorio da Vivenda de la Xunta analiza el estado del parque residencial en Galicia. Un 50 por ciento de los inmuebles se construyó antes de 1980 y eso significa, casi con total seguridad, según afirma el informe, que carecen de aislamiento térmico.
Además, un 11 por ciento de las viviendas se encuentra en mal estado de conservación: unas 116.000. Ferrol es la urbe gallega donde hay un mayor porcentaje de inmuebles con necesidades de reforma (el 15,5 por ciento), mientras que Vigo tiene el parque residencial en mejor estado (solo el 7,2 por ciento está mal conservado). Si se analiza la totalidad de los concellos, el municipio de Baralla (Lugo) está a la cabeza con el 75 por ciento de sus viviendas en una situación mala, deficiente o en ruinas.
Respecto a las dotaciones de los edificios residenciales de la comunidad, solo el 20 por ciento es accesible para una persona en silla de ruedas. Además cuatro de cada diez no tienen agua caliente central y un tercio no dispone de calefacción.
El principal problema de las viviendas gallegas, según las encuestas realizadas entre sus residentes, son las humedades, que afectan a un tercio de los inmuebles, más de 300.000 hogares.Es una deficiencia de la que cada vez se quejan más los vecinos. En solo cinco años el número de viviendas perjudicadas por filtraciones se incrementó en 50.000.
En segundo lugar, el otro problema del que se quejan los gallegos respecto a sus hogares es el aislamiento térmico y acústico, con casi 200.000 viviendas.
En Galicia el 60 por ciento del volumen del negocio de la construcción se corresponde a rehabilitación. Según el informe de la Xunta, se rehabilita más en la comunidad gallega que en el resto de España, pero se gasta menos por obra.
