Nunca antes hubo tanta emigración extranjera en Galicia, amén de la vivida en la diáspora, cuando millones de hermanos dejaron su propia tierra marcando un antes y un después en la sangre autóctona, repartida desde entonces por todo el mundo. El éxodo hacia otras comunidades autónomas, sin embargo, es el menor de los últimos 15 años, según los datos más recientes del Instituto Galego de Estatística (IGE). Desde la crisis del 2008, 294.521 personas dejaron la comunidad, lo equivalente a si se quedase desierta la ciudad de Vigo, y arribaron 339.552.

La suma de los anteriores datos arroja conclusiones sorprendentes: según el PERE (Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero), 1 de cada 5 españoles (el 20,8%) que ahora vive en el extranjero tiene origen gallego, un total de 516.489. Es decir, el 16% de los gallegos vive en tierras foráneas, la mayoría, 175.906, en Argentina -la población actual en Galicia es de 2.701.747 ciudadanos-.

El principal motivo para hacer las maletas siempre ha sido el económico, la búsqueda de nuevas oportunidades o retos. Con todo, si algo comparten todos ellos es la 'morriña' por la gastronomía autóctona.

El carballiñés Daniel se fue a Londres atraído por su cocina.

"Normalmente siempre voy un par de veces al año a Galicia, entonces me llevo desde aquí una maleta grande vacía y me la traigo llena de comida, como la mayoría de emigrantes", cuenta Daniel Somoano, un ourensano al que la cocina le convenció para recalar en Londres y hacerse un hueco.

Para este joven de O Carballiño, el queso de Arzúa "es obligatorio traerlo, con un buen membrillo casero acompañándolo". Tampoco falta en su propio 'kit antimorriña' las latas de conserva como "los mejillones en salsa de vieira, berberechos...". Su hermana también vive en la 'city', para ella le suele dejar vino, un Terras Gauda, "porque le encanta".

"La 'morriña' del cocidoLa 'morriña' del cocido tira un poco, así que unos chorizos, unos lacones y alguna que otra fabada Lourenzá también entran", admite, ya que la comida de su país de acogida no se parece en nada a la propia: "Por lo demás, sobrevivimos con lo que las islas británicas nos da (risas)".

También "podría decir la Estrella Galicia, pero la hay en Londres, a precio de oro, eso sí". Además, recuerda cada día la tradición propia del tapeo por las calles: "Echo de menos el tapear, lo típico: croquetas, empanada, pulpiño, calamares, chipirones... Aquí se puede comer pagando bastante más por menos calidad", termina.

Se dispara el número de gallegos que se marchan al extranjero

A partir de los años 70 y hasta el 2008, con el comienzo de la crisis económica, los flujos hacia el extranjero se habían reducido, pero en ese fatídico año, se volvieron a disparar. Desde entonces, 100.588 personas se han ido de Galicia, lo equivalente a la provincia de Lugo entera, y han llegado desde el exterior 141.900.

En 2006, el Instituto Galego de Estatística (IGE) registró 3.909 despedidas; al año siguiente, 5.467; al otro, 7.435; en 2009, 9.375; para escalar finalmente de forma considerable hasta las 11.869 personas más que dejarían de ver a sus familiares cara a cara en el último año analizado, el 2017, siendo esta la cifra más elevada de los últimos 20 años -desde que se tienen datos-.

A la inversa evoluciona la estadística de migrantes dentro del país. En el 2017 se registró el menor número de movimientos hacia otras comunidades en los últimos 15 años. En el 2002, dejaron Galicia 18.684 personas por las 18.380 del último período estudiado. A partir de la crisis, se registraron 193.933 adioses y 197.652 bienvenidas desde diferentes lugares de España.

El vigués Yago Grela llegó a Barcelona para hacer un máster y se quedó a trabajar en una reconocida aerolínea.

Yago Grela es un vigués asentado en Barcelona desde el pasado año. El destino le hizo cumplir su sueño de hacer primero un máster en tierras catalanas y, después, trabajar en el área de Relaciones Institucionales de una aerolínea de talla mundial. Él, lo que más echa en falta son las reuniones en familia alrededor de una buena churrascada: "Se juntan dos factores: lo rica que está y lo agradable que es pasar un domingo en familia", cuenta el joven.

Otro de los platos 'morriñentos' para Yago son "las almejas a la marinera" que suele hacer su madre: "Invito a todo el mundo a que las pruebe, es un plato digno de un restaurante con Estrella Michelín". Y, ya como buen vigués, no puede faltar el gofre de Príncipe: "En Barcelona hay muchos puestos parecidos, pero en ninguno sabe igual".

De la misma forma que Daniel, el elixir líquido de la tierra para él también es la cerveza Estrella Galicia: "Aquí beben mucha Estrella Damm, pero yo siempre les digo que Estrella solo hay una, y es de Galicia".

"En el trabajo y con los amigos siempre intento ser un buen embajador de la gastronomía y la cultura gallega, ¡y es que no sabemos la suerte que tenemos!", clama Yago.

La ourensana Raquel se marchó a Madrid directamente para trabajar tras acabar sus estudios en Santiago.

Raquel Iglesias decidió darle un vuelco a su vida cuando se fue de Santiago -donde estudiaba- a Madrid por trabajo. Esta bióloga, investigadora y profesora de universidad se suele llevar a la capital "lo que es más difícil de preparar" o aquellos alimentos que nunca ha cocinado, "como el caldo, los callos, o cuando es temporada de setas, pues las que hay por allí", admite.

La empanada gallega es otra de sus debilidades: "A veces me la traigo cuando voy en coche". Para el postre, deja la bica, que nunca se le olvida porque "en Madrid no la hay".

Lo cierto es que el sabor de la comida gallega es intacto únicamente en la preciada esquina del noroeste peninsular, también para Raquel: "En alguna ocasión, he ido con amigos a comer pulpo, marisco y lacón a restaurantes gallegos, pero es que no tienen nada que ver".

La Estrella Galicia aquí tampoco podía ser una excepción: "Lo que sí solemos buscar los gallegos son bares en donde sirvan Estrella Galicia (risas)", añade la ourensana.

El gen de la emigración

Lo cierto es que la emigración va en los genes gallegos. Desde 1900 hasta 1936, el hambre apremiaba y Argentina, Cuba, Venezuela y Brasil fueron ese hierro ardiendo al que se aferraron nuestros paisanos. A partir del 1947, los republicanos huian de la mísera Guerra Civil española buscando refugio a kilómetros de distancia.

Desde 1946, 1 millón de gallegos hacían las Américas en busca de una sonrisa al otro lado del charco. En los 60, Europa, País Vasco y Cataluña comenzaban a estar de moda.

Y ahora, repunta de nuevo la búsqueda de un nuevo horizonte para aquellos que no pueden sobrevivir a tenor de la situación que atraviesan la mayoría de los sectores económicos y sociales de la actualidad en el panorama nacional. Como diría Castelao, "os galegos non protestan, emigran".