El Ayuntamiento de Santiago defendió ayer que las estatuas de Abraham e Isaac del Pórtico de la Gloria de la catedral, que están en manos de la familia Franco, tendrían que ser devueltas al patrimonio municipal porque fueron adquiridas por el Consistorio en 1948, mientras que los actuales propietarios sostienen que compraron las piezas "a un anticuario", si bien no disponen de los documentos correspondiente, aunque en todo caso cualquier circunstancia relacionada con el conflicto ya habría prescrito.

Estos fueron, de forma básica, los argumentos que se expusieron en el juicio -que ha quedado visto para sentencia-, celebrado ayer en el Juzgado de Primera Instancia número 41 de Madrid.

Las estatuas del Mestre Mateo pertenecieron a la fachada situada ante el Pórtico de la Gloria de la catedral y habían sido retiradas durante las obras del siglo XVI. En su defensa, el Ayuntamiento arguyó que la administración local adquirió las estatuas por un contrato de compraventa otorgado por el entonces alcalde Joaquín Sarmiento Garra al propietario, Santiago Puga Sarmiento, el conde de Ximonde y que se formalizó en escritura pública el 4 de junio de 1948. El expediente se había iniciado por un acuerdo plenario en junio de 1947 y en el pleno de abril de 1948, por unanimidad, se decidió que las esculturas tuvieran por "destino una plaza, un paseo o algún otro lugar estratégico de la ciudad".

Pero la defensa de la familia del dictador aseguró que las estatuas "fueron adquiridas a un anticuario", poniendo en duda que el Ayuntamiento llegase a poseer las estatuas, puesto que "no hay documentación" que acredite que realizó el pago ni imágenes que muestren las estatuas en el Consistorio.

El abogado de los Franco, Juan José Aizcorbe, explicó que "no consta" ni el primer ni el segundo pago que se señalaba que se tendría que realizar, "ni la salida del pago" ni tampoco el "tercer requisito" de que se recibiesen las estatuas y se mostrasen en el Consistorio.