"Los deberes, como refuerzo escolar, es parte del proceso de aprendizaje y es beneficioso. Pero si se observa un sobreexceso significa que se traslada la función docente a la responsabilidad de la familia y esto no debe pasar", comenta la decana de Ciencias de la Educación de la Universidad de Santiago (USC), Carmen Fernández Morante.

"Quiero decir con esto que lo que se supone que es un tiempo de trabajo en el aula no debe pasar a ser responsabilidad de los padres, que tengan que asumir una función docente que no es su papel", añade la experta en Educación.

De todos modos, "un refuerzo excesivo no procede, en ningún caso", añade Morante. En ciertas situaciones los escolares tienen tareas de fin de semana que también conllevan la participación de los padres, ya sea para desarrollar una parte de algún proyecto o para describir sus vivencias en el tiempo libre. Cuando la actuación de los padres va más allá de una mera supervisión puntual o resolución de dudas, las expertas, en este caso, también advierten de los peligros. "Si lleva a los padres a realizar el trabajo que les corresponde a los escolares, e incluso si existe una intención de que el niño o niña destaque en el resultado final de la tarea requerida, estamos ante un error. El principal papel del padre es acompañarle y estimularle para que haga el trabajo", describe Fernández Morante. "Cada niño tiene un proceso y casa profesor su forma. El padre ha de acompañar pero nunca sustituir el rol docente; se trata de un refuerzo escolar. Además, hay familias que no tienen ni tiempo ni capacidad para ayudar a hacer los deberes, por lo que lleva a diferencias entre los escolares", añade la decana.