Tal es su historial delictivo que le apodan el "Hannibal Lecter" español. En 2004 asesinó a su novia en Bilbao, ya en prisión mató a patadas a un recluso colombiano en el baño y en uno de sus periplos por las cárceles del país agredió con un pincho que se había guardado en su zapato a ocho funcionarios durante un cacheo rutinario. A todos los mandó al hospital y dos estuvieron a punto de morir. Con condenas de sangre que suman más de 50 años y considerado el preso más peligroso de España, Fabrizio João, de 36 años, está a punto de abandonar el penal coruñés de Teixeiro, donde el guineano está en aislamiento desde hace dos años y medio después de haber pasado por varios centros penitenciarios del país. La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, dependiente del Ministerio del Interior, ultima desde hace días su traslado a la prisión de A Lama (Pontevedra.

Los escritos y denuncias presentadas durante los últimos meses por los sindicatos del centro penitenciario de Teixeiro por la falta de seguridad en la cárcel coruñesa y la reciente reunión que mantuvo la plataforma convocante de la huelga en prisiones el pasado mes de noviembre con el secretario general de Instituciones Penitenciarias han llevado al Ministerio del Interior a ordenar el traslado de Fabrizio João de la prisión coruñesa. El traslado de este tipo de internos suele realizarse cada seis meses, según apuntan fuentes penitenciarias, sin embargo son cada vez más los internos peligrosos que suman más de dos años en un mismo penal.

Fabrizio João encara un nuevo destino penitenciario. Es un preso en la lista FIES 1 de control directo, es decir en el fichero de internos de especial seguimiento. El historial delictivo de este guineano de 36 años se remonta al año 2004. Fue entonces cuando mató a su novia asestándole 25 puñaladas, un delito por el que fue condenado a 22 años y medio de cárcel. Diez años después, el estar entre rejas no fue obstáculo alguno para sumar a su historial una nueva condena: 17 años más por matar a otro recluso en la prisión de Córdoba.

Tan solo dos años después, en el penal de Puerto III (Cádiz) puso en el punto de mira a los funcionarios. Un pincho artesanal que llevaba escondido en el zapato dejó un balance de ocho trabajadores trasladados al hospital por contusiones, pérdida de varios dientes, cortes en los antebrazos e incluso en el cuello, narices destrozadas y rodillas hechas polvo. Tal fue la furia que desató en el ataque a los funcionarios que dos estuvieron a punto de morir.

Tras esta agresión en el penal gaditano, Fabrizio João fue trasladado a la cárcel coruñesa de Teixeiro, donde cumple condena desde hace dos años y cinco meses.

El penal pontevedrés de A Lama será su nuevo destino, según las órdenes de traslado previstas por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. Como en Teixeixo, Fabrizio João repartirá las 24 horas del día entre la estancia en su celda y el patio. En su celda estará solo, sin reclusos a su lado porque hace más de tres años mató a uno a golpes, dejándole sus órganos internos destrozados, y los funcionarios le suministrarán la comida sin contacto físico con él. Y en el patio, a donde puede salir de 9 a 12, tampoco tendrá compañía alguna. Los trabajadores del centro penitenciario seguirán sus movimientos a través de las pantallas, abriéndole las puertas de manera automática y a distancia.

La falta de personal y de seguridad en las cárceles del país puso en huelga a más del 90% de la plantilla el pasado mes de noviembre. Desde entonces, las protestas y las quejas por el aumento de la conflictividad entre rejas y el elevado número de vacantes sin cubrir no cesan ya que los funcionarios se sienten cada vez más desprotegidos ante los presos más peligrosos. Desde Teixeiro, los trabajadores enviaron en diciembre una carta a la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias en la que denuncian la "gran pasividad" y la "falta de información" y de "medidas de seguridad" hacia los trabajadores ante la peligrosidad de reclusos internos en la cárcel coruñesa.