Como norma general están prohibidas las edificaciones con uso residencial en suelo rústico. Sin embargo, la Xunta es consciente de que este veto va en contra de la realidad del campo gallego. Por esta razón, permitirá que haya viviendas vinculadas a explotaciones agropecuarias. "La mejora de las condiciones de vida de los agricultores y ganaderos es necesaria para seguir teniendo un sector agroalimentario fuerte", argumentan.

Por esta razón, también estará permitido habilitar casas para alojamiento de temporeros en suelo rústico. Incluso se podrán levantar nuevas edificaciones, aunque ya exista una vivienda asociada a la explotación, destinadas a los hijos de los titulares de la granja.

La nueva norma, que reforma el reglamento de la Lei do Solo, apuesta además por recuperar el patrimonio construido. Y, por esta razón, se permitirá que las construcciones tradicionales anteriores a 1975 puedan ser rehabilitadas conservando su altura, aunque ésta supere los límites fijados en el último planeamiento o norma urbanística.

"Si el edificio tiene tres alturas y el planeamiento urbanístico solo permite dos, no le vamos a hacer derribar la última planta cuando quiera hacer reformas", explican desde la Consellería de Medio Ambiente.

Y además, la nueva normativa de la Xunta autoriza a que pueda realizarse más de un uso en estas edificaciones.