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El declive de los cuidadores familiares

Los asistentes de dependientes no profesionales dados de alta en la Seguridad Social caen a la décima parte desde 2010 -Menos de 900 cotizan en Galicia, el 92% mujeres

Una persona mayor, de paseo. // Santos Álvarez

Los cuidados en el entorno familiar de personas dependientes van a menos y cada vez son más los mayores que deben hacerse cargo de otros mayores. Así lo apuntan las estadísticas de la Seguridad Social y del Ministerio de Sanidad. Las primeras muestran la reducción de gallegos que cuidan a familiares dependientes que se animan a suscribir el convenio especial de la Seguridad Social para el colectivo y cómo entre quienes aún lo hacen van ganando peso los mayores. Las segundas confirman que las prestaciones vinculadas a cuidados en el entorno familiar, al margen de quien cuida cotice o no, cayeron en Galicia.

La Seguridad Social registra la cifra más baja de convenios especiales suscritos por cuidadores no profesionales en la comunidad. Serían, aunque el año no está acabado, 876, la décima parte de los 8.751 dados de alta en 2010, cuando tenían sus cuotas financiadas. Y si en 2012 los familiares que se hacían cargo de parientes en situación de dependencia menores de 50 años suponían el 41% de los que cotizaban como tales, en la estadística de este año aparecen reducidos al 27% y ganan peso quienes superan los 60, que pasaron desde el 18% de entonces hasta el 22% actual. De forma paralela, las personas que se benefician de la prestación de cuidador familiar también han ido cayendo desde 2010 casi un 30%, hasta menos de trece mil.

Que los cuidadores -sobre todo cuidadoras, porque ellas son el 92% de los cotizantes, igual que hace un lustro- también envejecen lo perciben en la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer y otras Demencias de Galicia (Afaga), de Vigo, donde, entre otras medidas de apoyo, realizan intervenciones grupales de las que se benefician unas 70 personas que encuentran así una manera de prevenir el aislamiento social, fomentar el autocuidado y compartir experiencias.

Así lo indica su psicóloga de familia, Maxi Rodríguez, quien explica que en Afaga detectan el "problema grave" de que hay "gente de 80 que ya tiene una enfermedad, como una demencia, y que está cuidando a otro con demencia". Esas personas, dice, deberían estar ya "enfocadas en cuidarse" y a un envejecimiento activo.

Pero también les preocupa el otro extremo: los cuidadores más jóvenes, que incluso, cuenta, deben renunciar a proyectos vitales, "laborales, estudios, hasta amorosos", para quedarse en el entorno familiar porque tienen padres que empiezan, con 50 o 60 años, a tener dolencias neurodegenerativas. Rodríguez explica que trabajan mucho con cuidadores únicos, hijos, que no tienen "apoyo constante", bien porque no tiene hermanos o por conflictos o porque quienes podrían ayudarles están fuera, emigrados.

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