El pino gallego estaba perdiendo su sitio en el monte. El abandono del rural, el empuje del eucalipto -por su mayor rentabilidad-, los bajos precios de la madera y las propias dinámicas de los mercados de consumo lo estaban arrinconando. Si en los años noventa, las variedades de pino representaban más del 50% de todas las talas que se producían en la comunidad autónoma, ahora no llega al 38% y además sigue una tendencia de descenso contino. Otro dato confirma esta evolución: en 2017 se cortaron 3,2 millones de metros cúbicos de madera de coníferas, lo que supone un 9% menos que en 2015. Al mismo tiempo, el eucalipto gana terreno, ya que si en 2004 las talas sumaban 3 millones de metros cúbicos, en 2017 superan los 5,3 millones, casi el doble.

Ante este escenario, se ha alcanzado un acuerdo, definido como histórico por sus promotores, por el que la cadena de la madera impulsará la recuperación del pino de Galicia. No se dan cifras sobre los objetivos de producción ni de hectáreas ocupadas, pero el propósito es devolver a las coníferas su protagonismo en el monte gallego.

El pacto lo firman 51 entidades, entre las que figuran asociaciones de propietarios, empresas de servicios, industria de primera y segunda transformación, firmas de distribución, estudios de arquitectos y universidades. La Xunta no participa como actor, pero el conselleiro do Medio Rural, José González, que ayer asistió a la puesta de largo del acuerdo, bendijo la iniciativa por perseguir unos objetivos con los que la Administración autonómica está de acuerdo. De hecho, la revisión del Plan Forestal prevé un incremento del 22% de la superficie de monte ocupada por coníferas.

¿Cómo pretenden devolver el protagonismo al pino del país y convencer a los propietarios de que los planten? El acuerdo ya cuenta con una hoja de ruta donde el primer paso será la determinación de unos precios de referencia mínimos para la madera de calidad, que tendrá que ser recta, sin nudos y apta para usos industriales y de interiorismo de alto valor añadido.

Pero esta madera singular no nace por sí sola. De ahí que el sector impulsará la mejora genética de las coníferas para así poder ofrecer a los propietarios de tierras plantas resistentes a riesgos sanitarios y con unas tasas de crecimiento contrastado que permita reducir el periodo entre talas.

Además, la cadena de la madera trabajará con los dueños de superficies forestales para aplicar modelos silvícolas que posibiliten obtener buenos resultados, tanto en montes como en suelo de regeneración natural.

El contexto en el que se ha producido este acuerdo es el de retroceso de las masas de pino del país (Pinus pinaster) y de pino insigne (Pinus radiata), donde los bajos precios y una madera sin calidad se presentan como factores determinantes para esta evolución, como el abandono de tierras en el rural y el empuje del eucalipto. Esta situación llevaría a medio plazo a un "fuerte descenso" en las existencias, lo que supone una preocupación tanto para la industria que se alimenta del pino como para los silvicultores.