Galicia está sedienta de sangre joven, y no solo porque falten niños que garanticen el recambio generacional. La donación del preciado líquido que, como afirman desde la OMS, contribuye a salvar vidas, está perdiendo adeptos entre los gallegos que estrenan la mayoría de edad. Según datos facilitados por la Axencia de Doazón de Órganos e Sangue de Galicia, el porcentaje de participación de las personas con edades comprendidas entre los 18 y los 22 años en la formación de reservas de alguno de los ocho grupos sanguíneos fue del 6,9% el año pasado.

No solo son pocos si se los compara con otros grupos de población (sobre todo el mayoritario, de más de 42 años, que supera la mitad, y en su mayoría varones), sino que incluso han ido perdiendo peso con los años. Al menos, si se examina la memoria del entonces Centro de Transfusión de Galicia del año 2012 y se echan cuentas. En ella figura que el porcentaje de donaciones procedente de los más jóvenes representó durante ese ejercicio el 9,8% del total. Eso implica que en un lustro la participación de los miembros más jóvenes de la sociedad en las campañas se redujo casi en un 30%.

Y aunque los números rojos demográficos se van acumulando y tienen relación directa con la bajada, solo explican la mitad de la caída, porque la franja de jóvenes con edades de 18 a 22 años se redujo en un 15% en Galicia en los últimos cinco años. Al resto del descenso apelan las campañas realizadas en los campus universitarios gallegos en su afán por "sensibilizar" a los jóvenes en altruismo con datos como que son necesarias 500 donaciones diarias para cubrir la demanda de los hospitales gallegos.

La OMS insiste en que la sangre "es el regalo más valioso que le podemos ofrecer a otra persona" porque puede salvar una vida o más si se separa por componentes. Se pueden realizar donaciones por el sistema de aféresis, que permite recoger un pequeño volumen de sangre del donante, separar los elementos necesarios (plaquetas, glóbulos rojos...) y restituir el resto. Aunque es muy eficaz (una donación de plaquetas mediante aféresis equivale a la cantidad que se obtiene en seis donaciones convencionales), es minoritaria. El año pasado se registraron 6.443 (de las más de 108.000 totales), pero habían sido 600 más en el año 2012.

Las cifras a la baja se notan en otro parámetro: aunque la cifra de personas que donaron sangre superó las 86.000 (frente a las 81.700 de hace un lustro), se rebajó la cifra de quienes se animan a dar el paso por primera vez: en 2017 lo hicieron una media de 24 personas al día, 8.780 en total (una de cada diez), y en 2012 habían sido 9.061.

Con todo, Galicia no puede quejarse, como explican sus responsables sanitarios, ya que el año pasado, por 18º consecutivo, mantuvo la tasa de donación que recomienda la OMS y por encima de la estatal, con 40 donaciones por cada mil habitantes y año. Claro que en la geografía gallega hay enormes diferencias y solo 77 concellos cumplen la sugerencia de la OMS.

Entre provincias, los más generosos son los coruñeses (45 por mil) y los pontevedreses (40). Ourense (30) y Lugo (25), están a la cola. Si la tabla se hace con las siete ciudades, van desde las 32 donaciones cada mil habitantes de Lugo a las 88 de Santiago, líder en Galicia. En Vigo la cifra asciende a 42, por encima de la media de la comunidad (donde se situaría A Coruña), pero la supera Pontevedra, con 49. No obstante, todas ellas están lejos de la localidad campeona, Padrón, con 105. En Pontevedra la más altruista, si se habla de sangre, sería A Guarda, con 82.