Estríper ocasional, con una acusación de machista que consideró "infundada" y denunciada por ejercer la cartomancia... Este enumerado está en la maleta de María Jesús García Pérez, titular del juzgado de Vigilancia número tres de Galicia, con sede en Lugo, que ha salido airosa de su último frente.

El periódico El Progreso desarrolló la investigación periodística que provocó la llegada de su nombre a la comisión disciplinaria del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que ha dejado sin sanción a la magistrada al archivar el expediente abierto por compaginar "su trabajo" con el de echar las cartas del tarot a cambio de dinero.

La razón de ello es que este órgano ha considerado ilícita la prueba en la que se basaba el mismo, consistente en una grabación con cámara oculta realizada en el domicilio de María Jesús, una decisión que no ha sido unánime, sino adoptada por una mayoría de 4 a 3, y en contra del criterio del promotor de tal acción, que había propuesto una sanción de seis meses de suspensión de funciones debido a una falta muy grave por "actividades incompatibles".

El Tribunal Superior de Justicia de Galicia había dado traslado de un escrito al presidente de la Audiencia Provincial de Lugo en el que informaba de que tenían conocimiento de que esta togada repartía octavillas publicitarias anunciándose como tarotista y vidente con gran experiencia y explicando que echaba las cartas "en persona".

Reportero infiltrado

Una vez adoptada la resolución del CGPJ, la magistrada no ha querido opinar al respecto, y al ser preguntada por Efe en el edificio judicial en el que ejerce su labor profesional, ha contestado que, como cada día, estaba muy ocupada con su tarea.

María Jesús nació en Madrid, en el año 1963, fue una estudiante brillante, de matrículas de honor en su licenciatura de Derecho, y desde siempre sintió una gran inclinación por las prácticas vinculadas a la astrología (se entretiene adivinando los signos del zodíaco por rasgos de la personalidad) y al esoterismo en general.

No es, la del tarot, la primera vez que esta jueza, amante del gimnasio, salta a los medios de comunicación. Ingresó en la carrera judicial en 1992, su primer destino fue Motilla del Palancar, municipio de la provincia de Cuenca; después Collado-Vilalba, en la Comunidad de Madrid, y, en tercer lugar, las Palmas de Gran Canaria, isla en la que se le notificó una suspensión de un año y seis meses por un incidente vivido en su segundo destino con una fiscal y un detenido por delitos conexos.

Estríper

Allí, esta amante del deporte, ya con un tiempo de ocio mayor al que estaba acostumbrada a tener, decidió bailar en el local de un amigo, como estríper, y ya entonces intervino el órgano de gobierno de los jueces al abrir diligencias de investigación, pero no fue penada porque no tenía ingreso alguno motivado por esta afición.

Después sufrió protestas en algunos lugares por los que pasó por, supuestamente, fumar en su despacho y en la sala de vistas. Y su historia sigue.

En Santander se hizo cargo del Juzgado de Violencia sobre la Mujer en el período comprendido entre 2006 y 2009. Acabó multada con 3.000 euros por el CGPJ ante unas declaraciones consideradas desafortunadas y hechas en una entrevista, en las cuales decía que algunas mujeres acudían a pedir amparo por "un mensajito en el móvil", otras porque "en un calentón" habían tenido una palabra más alta que otra por parte del varón, y después estaban las que "les pegan a ellos", visible en "hombres arañados, golpeados, tirados de los pelos", que creen que no pueden denunciar.

"Gente que se cree que esto es el divorcio exprés", resumía, pero la magistrada adujo que se le había entendido mal, que se tergiversó. Más allá de sus extravagancias, tiene fama de generosa.