El Instituto Nacional de Estadística (INE) puso ayer números al invierno demográfico que se avecina en Galicia. De mantenerse las tendencias demográficas actuales, la comunidad perderá casi 139.000 habitantes en los próximos 15 años. Es como si desapareciese de repente toda la población de Vilagarcía de Arousa, Redondela, Cangas, Moaña y Sanxenxo. Esta sangría de población hará retroceder el padrón a niveles de 1970. Aquel año, Galicia tenía 2.583.674 habitantes. Si se cumple la proyección del INE, en 2033 serán 2.561.200.

A nivel nacional ocurrirá lo contrario. España ganará 2,4 millones de personas en quince años si se mantienen las tendencias de fecundidad, mortalidad y migraciones, pero con las comunidades a dos velocidades: 9 ganarán habitantes y las otras 8 los perderán.

Galicia aparece en los primeros puestos de peores cifras de nacimientos, defunciones y llegada de inmigrantes. Por ello, es la cuarta a la que se le augura el mayor desplome de población (-5,1%), por detrás de Castilla y León (-8,6%); Asturias (-8,5%) y Extremadura (-6,6%). Y en términos absolutos ocurre algo similar. Solo Castilla y León, con 206.948 vecinos menos superará en 2033 las proyecciones realizadas para Galicia.

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El análisis del INE confirma la despoblación hacia la que camina Galicia. Desde 2010, el número de habitantes disminuye de forma acusada sin que se atisbe el final de esta sangría demográfica. Ese año contaba con 2.797.653 empadronados. A principios de 2018 eran 2.700.970: 96.683 menos (-3,4%).

Y este declive se va acelerar en los próximos años. Galicia perderá 138.799 habitantes hasta 2033 a razón de 25 vecinos por día. El número de empadronados se situará en 2.561.200, lo que significa una pérdida del 5,1% con respecto a la población actual, un porcentaje que se sitúa 10 puntos por encima de la media nacional.

Esta caída del censo se debe, sobre todo, a tres factores: disminuirán más los nacimientos, aumentarán más las defunciones y caerá la inmigración. El único elemento positivo que no ahondará en esta crisis demográfica es que los gallegos harán menos las maletas para abandonar la comunidad.

El primer motivo de esta crisis demográfica es que descenderán aún más los nacimientos. Si la previsión para 2018 es que haya 17.785 alumbramientos, en 2033 serán 14.752. Por el contrario, aumentarán las defunciones: de 32.348 a 33.415. Es decir, no habrá recambio generacional y la población gallega será cada vez más mayor.

La proyección del saldo vegetativo -la diferencia entre el número de nacimientos y de defunciones- parte de un dato provisional negativo de 14.563 habitantes para este año. De mantenerse la tendencia, las cifras seguirán en números rojos y al alza: 18.663 en 2030. Un 28% más que este año. El saldo vegetativo lleva en negativo en Galicia desde 1988, pese a las deducciones fiscales para revitalizar la demografía que la Xunta puso en marcha en 2013.

La población no crecerá por el lado de los que viven en la comunidad, pero tampoco por los que vengan de otros países. El saldo migratorio con el extranjero arroja valores negativos. Si la previsión para este año es que lleguen a Galicia 18.072 personas, para 2033 la cifra se reduce a 14.965: un 17% menos.

La única variable que ayudará a que el declive sea un poco menos acusado será que los gallegos abandonarán la comunidad en menor número. Si en 2018, el INE vaticina que serán 9.561, dentro de 15 años reduce prevé 8.383.

Ninguna de las cuatro provincias gallegas se va a librar del invierno demográfico. Las dos que más lo acusarán en número, no en porcentaje, serán A Coruña y Pontevedra. También son las que más población concentran. La primera perderá el 4,2% de sus vecinos (48.114 personas). Lo mismo le sucederá a Pontevedra. Cederá 37.458: el 3,9% de sus habitantes.

Ourense y Lugo perderán algo más de 26.000 vecinos, con unas caídas del 8% y 8,4%, respectivamente.