Ricardo Fernández, de 39 años, tenía claro que quería dedicarse a la docencia. Trabajó un tiempo en la empresa privada y en 2008 se presentó a las oposiciones de Secundaria, por Geografía e Historia. "Me quedé a nada de sacar plaza pero no pudo ser", expresa Fernández. Su currículo es amplio: estudió, en primer lugar, Humanidades, después, Publicidad y Relaciones Públicas y, en tercer lugar, el Grado de Maestro. "Ahora llevaba dos cursos dando clase: en el 2016-2017 como profesor de Secundaria y en el 2017-2018 como maestro", explica este joven, que decidió preparar a fondo este año las de Audición y Lenguaje (del cuerpo de maestros). Y las sacó.

"Lo bueno de tener experiencia dando clase es que sumas puntos. Pero primero hay que llegar a la fase de concurso. Si estás trabajando, sacar el tiempo es un sacrificio enorme. En mi caso, dando clase, sacaba todos los días entre tres y cuatro horas de estudio. Y fines de semana, claro. Sabes que compites con gente que no está trabajando y que se pasa el día en la biblioteca", expresa Ricardo Fernández.

Lo importante, según Fernández, es "ir con mentalidad positiva". Considera este docente que estar dando clase "te da mucha visión también a la hora de preparar las oposiciones, porque conoces la docencia real desde dentro, el día a día de dar clase y eso es importante y creo que se nota en los exámenes". "De todos modos, creo que en el sistema hay sitio para todos, para los que acumulan experiencia y para los que no", expresa Fernández.