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El impacto de una nueva actividad económica

La explosión de las apuesta mueve 134 millones a los tres años de autorizarse

El dinero apostado crece un 24% en 2016, tres años después de iniciarse la actividad en la comunidad -La Xunta ultima una ley para impedir que los menores jueguen en los bares

Un hombre apuesta en un bar de Vilagarcía y otro, a la izquierda, juega a una tragaperras. // I. Abella

Anuncios televisivos con estrellas mundiales como Rafael Nadal o Neymar de enganche, terminales nuevas en las cafeterías al lado de las máquinas de tabaco o las tradicionales tragaperras, locales en la esquina del barrio en cuya puerta se leen carteles con la oportunidad de invertir un par de euros para obtener un premio de 1.000... Las apuestas deportivas se han implantado socialmente a una velocidad de vértigo. En Galicia, las primeras máquinas para jugar dinero a este tipo de competiciones fueron reguladas en 2012 y un año después comenzaron su actividad. El bum de este negocio mueve ya en la comunidad casi 134 millones de euros, de lo que las seis operadoras con licencia obtienen un margen de 27,8 tras los premios, según los últimos datos disponibles, correspondientes al ejercicio 2016.

El crecimiento de este sector económico y sus peticiones fueron alegados por la Xunta el año pasado para elevar de 2.000 a 3.600 el número máximo de máquinas de apuestas instaladas en locales de hostelería permitidas en la comunidad, después de haber levantado la restricción al ámbito deportivo de esta práctica. Ahora puede jugarse dinero para acertar el resultado de cualquier evento, como el ganador de Eurovisión o de un concurso televisivo. En febrero, bares y cafeterías albergaban ya 3.515 de esas máquinas, de aspecto similar al de las tragaperras, a las que se suman las habilitadas en salones específicamente de apuestas.

El dinero que los ciudadanos de Galicia destinan a esta modalidad de juego creció un 24,5% en 2016 respecto al año anterior, pasando de 107,6 millones de euros a 133,96, según los datos de la Memoria Anual del Juego elaborada por la Dirección General de Ordenación del Juego, dependiente del Ministerio de Hacienda. Las cifras corresponden a las "apuestas presenciales" realizadas tanto en terminales de bares como en salones de apuestas, según confirman desde ese organismo.

La radiografía del sector muestra que entregaron en premios 106,1 millones en 2016, por lo que su margen fue de 27,8, 5,2 más que un año antes: un 23% más. De ello debieron deducir gastos y el pago de impuestos estatales y autonómicos. El abono de estos últimos, por cierto, fue retrasado por problemas burocráticos desde el inicio de la actividad de apuestas deportivas.

El sector ha vivido una revolución desde la consolidación del juego online, que el Gobierno reguló en 2011 para garantizar el cobro de impuestos de sociedades instaladas en paraísos fiscales. Luego llegaron las apuestas deportivas, cuyo bum ha alarmado a las asociaciones de ayuda a ludópatas. De hecho, Agaja y Agalure reciben alrededor de ochenta consultas mensuales de padres ante los indicios de adicción al juego de sus hijos, la mayoría entre los 18 y los 20 años, aunque también una veintena de ellos menores de edad. Pese a ello, la Policía Autonómica solo interpuso 35 denuncias por permitir apostar a menores, sea en la modalidad que sea, en cinco años.

En este contexto, la Xunta prepara una nueva Lei do Xogo de Galicia para actualizar la norma actual de 1985. Entre las novedades, figurarán mayores controles en el acceso a salones de juego y el previsible control de los dueños de bares y cafeterías sobre quién realiza una apuesta deportiva. La Xunta maneja la idea de copiar los mecanismos de activación de las máquinas de tabaco. Sin embargo, reconoce que no podrá impedir la publicidad para evitar el impacto sobre los menores de ver a ídolos deportivos promocionar estas prácticas, uno de los factores de riesgo para ello, según Agaja y Agalure.

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