"No lo hacen con conciencia de violencia, sino de que no pasa nada. No se dan cuenta de que está mal, por eso hay que trabajar con ellos y hacérselo ver", expresa María José Méndez, profesora de la Universidad de Santiago, experta en temas educativos y miembro del grupo Método de Investigación e Diagnóstico en Educación (MIBE).

Cuando los adolescentes espían a sus parejas por las redes sociales o incluso andan con el móvil de la otra persona como si fuera propio no actúan con conciencia de maldad o de estar invadiendo el espacio y la intimidad de la otra persona. "Tienen poca conciencia de que son conductas muy serias. Hablamos por ejemplo, de pedir o prestar las contraseñas del móvil o de las redes sociales, pedirlas y usarlas", cuenta Méndez.

¿Cómo se trabaja con estos menores para que sean conscientes de que insultar a una chica por haber tenido varias parejas o por no haber tenido ninguna también es agredir? Expertos en la materia utilizan el término ciberagresiones.

"Lo fundamental es la toma de conciencia, han de darse cuenta de que está mal. Suele funcionar planteando un dilema moral: qué le parecería a un chico, en este caso, que le hiciesen algo así a una persona próxima a ellos, a una hermana, por poner un ejemplo. Cuando se trabaja de este modo suele funcionar. Les cambia el chip", describe Méndez. La profesora explica que hay muchas vías para trabajar estos temas. Cada centro educativo "tiene sus dinámicas: talleres, educación de las emociones...". Experimentar la capacidad de reacción que tendrían si son ellos o ellas los que se sienten insultados u ofendidos es otra opción. "Solemos hacerlo con supuestos y propuestas que les haga vivenciarlo como dilema moral, sin agredirlos pero sí que les haga pensar", añade la profesora.

María José explica que la educación en igualdad desde Primaria es muy importante, profundizando en temas de género. Otra de las fórmulas de las que habla Méndez son talleres por separado de chicas y chicos para que se expresen mejor, que expresen cómo se sienten cuando sufren o practican una de estas situaciones. Después se intercambian los argumentos. Es otra forma de toma de conciencia al analizar las sensaciones de los demás. "En definitiva, se trata de hacerles ver que está pasando, hacerles pensar", apunta María José.