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Ni un rincón de Galicia sin su nombre

Xunta y Real Academia prevén tener lista a finales de noviembre la 'app' que permitirá a los ciudadanos colaborar en la recopilación de topónimos de fuentes, regatos o tierras

Recuperación de topónimos del caminos del rural en el concello de Marín. // Santos Álvarez

En más de 1.700 aldeas solo recibe al visitante el silencio. Los gallegos que trabajan en actividades agrarias van a menos -cada día el rural pierde 30 vecinos- y los procesos de concentración provocan la desaparición de una media de 4 o 5 topónimos por cada parcela creada, como señala Vicente Feijoo, del Seminario de Onomástica de la Real Academia Galega (RAG), en el Boletín de la entidad, mientras advierte de que "al no usarse los microtopónimos, se acabarán perdiendo", pese a que constituyen "una herencia cultural".

En este "delicado" momento que vive la toponimia gallega, sin embargo, las nuevas tecnologías, las mismas que irónicamente provocan el olvido de los nombres al evitar ahora que los marineros tengan que conocer palmo a palmo los fondos marinos y cómo se llaman cada una de las piedras, como señala en su texto Feijoo, vienen al rescate.

Desde la Xunta y la RAG, adjudicataria del servicio de asesoramiento lingüístico y divulgación toponímica en la última licitación publicada, quieren dar a los gallegos un móvil más para usar el móvil: ayudar a salvar esos nombres. El truco está en una app, "Galicia Nomeada", ya licitada por la Amtega, que estará lista a fines de noviembre, igual que el nuevo portal de toponimia de Galicia. Esa, al menos, es la previsión, explica a este diario Valentín García, secretario xeral de Política Lingüística, quien asegura que será un enorme avance y permitirá que "cualquier persona se pueda convertir en un informante".

Para lo que antes implicaba tener a especialistas por el monte preguntándole a los vecinos y la realización de un trabajo topográfico para tomar la referencia y luego plasmarla en un sistema de mallas complejísimo basta ahora una app, que además georreferencia inmediatamente el topónimo y permite, explica García, añadir leyendas, imágenes, cualquier documentación... Todo eso se enviará a un banco de datos y la Comisión de Toponimia filtrará la información.

García, quien explica que el 70% de los fondos para financiar estos proyectos viene de Europa, incide en la "importancia de que los gallegos conserven los nombres de los lugares y se los transmitan a sus nietos" porque tienen un "valor patrimonial", como el carro y el hórreo, pero también una utilidad práctica, para que una brigada sepa el lugar exacto donde debe sofocar un incendio o una ambulancia el punto exacto al que debe acudir para socorrer a un infartado.

Con la campaña "Toponimízate", la Xunta explica por Galicia la iniciativa y busca la "complicidad" de los gallegos. García sabe que es una "lucha contra el tiempo". Filgueira Valverde calculaba en 1976 en tres millones los microtopónimos, pero muchos están ya enterrados en los camposantos, como los propietarios de las tierras que nombraban, o bajo una autovía, sepultados por el progreso.

Vicente Feijoo señala en el Boletín de la Academia que en los once años que funcionó el Proxecto Toponimia de Galicia, dedicado a recoger in situ uno a uno los nombres de tierras, montes, regatos, playas, rocas o fuentes, se reunió una media de 50 nombres por kilómetro cuadrado, lo que daría la posibilidad de "salvar" aún en torno a millón y medio de nombres. Y todavía queda el mar, otro medio millón. "No existe región en Europa, incluso nos atreveríamos a decir en el mundo", dice Feijoo, con esa "riqueza", razones que alega la RAG para que se declare Patrimonio Cultural de la Humanidad.

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