En los últimos cinco años se ha incrementado notablemente el consumo de antidepresivos, de hecho, son los fármacos con mayor aumento. El doctor Olivares aporta unas claves para diferenciar "cuestiones adaptativas" de problemas más complicados. "Hay que buscar en uno mismo y a donde no llega le ayudaremos, por supuesto", afirma.

-La Encuesta Nacional de Salud indica que se ha incrementado el número de gallegos que toma antidepresivos, un 50% más que hace un lustro. ¿Percibe el aumento?

-No he hecho un estudio concreto, no puedo responder con ciencia. Yo lo que veo es un aumento de las consultas, de la gente que atendemos.

-¿Se recetan más antidepresivos que antes?

-Es que también se usan en Primaria. Hace diez años no los daban los médicos de Primaria, los dábamos nosotros. Y ahora se recetan mucho, no solo en Primaria, sino otros facultativos como internistas o digestivos... Al tener antidepresivos más modernos, con menos efectos secundarios, no da tanto problema recetarlos y se recetan para más cosas que para la depresión.

-Los antidepresivos han evolucionado, con menos efectos secundarios, como usted explica. ¿Influye en que puedan recetarse para cuestiones no tan graves?

-Hay muchos casos en los que se utilizan antidepresivos para cuestiones adaptativas. Si uno tiene un disgusto se mejora cuando se le pasa un disgusto, le den un antidepresivo o no se lo den. Quiero decir con esto que depende siempre de cada caso. Si bien debemos pensar que están para tratar enfermedades que respondan a esos antidepresivos y, en ocasiones, las cosas de la vida pues no responden. Y si se dan, pues sobran.

-¿Quiere decir que en situaciones negativas, habituales en la vida, podrían evitarse?

-Es como todo, hay que valorar el riesgo y el beneficio de utilizar cualquier técnica o terapia farmacológica o no farmacológica... Tampoco una persona va a estar ocho años psicoanalizándose pues porque lo ha dejado la novia, por ejemplo, no tendría sentido ninguno...

-¿En dónde está la delgada línea roja?

-Hay que poner sentido común en lo que se hace. Es una realidad en la sociedad: parece que ha disminuido en general la capacidad de afrontamiento de los problemas. Y muchas veces parece que la única forma de resolverlos es yendo al médico a que te den una pastilla o yendo al psicólogo para todo.

-Hablamos de 'resiliencia'. ¿Las generaciones de hoy tenemos menos aguante que las previas?

-Si analizamos, por ejemplo, la generación de mis padres, que nacieron después de la guerra... el problema era si ese día comían y cenaban... Si lo pensamos así no parece razonable, ahora que vivimos en un mundo de abundancia, de tecnología, de entretenimiento, de comunicación, que a la mínima o mínimo contratiempo uno necesite un psicólogo o un antidepresivo.

-¿Cree que las tecnologías y las nuevas formas de contacto a través de aplicaciones influyen en la capacidad de superar bajones?

-Resulta difícil generalizar. La realidad es que una persona sana y bien construida de personalidad pues lo mismo sobrevive en la selva que en Tokio, mientras que una persona con dificultades... Si a una persona con dificultades para relacionarse se le ponen barreras a través de la red, véase relacionarse sin salir de casa mediante botones y pantallas, no va a favorecer que se comunique y que tenga contacto humano. Eso te lo da la comunicación personal, que no es solo lo que se dice, sino cómo se dice y qué cara se pone...

-¿Lo que puede afectar es dejar de establecer relaciones con contacto físico, limitándolas a contactos virtuales?

-El contacto físico desaparece en una relación virtual. Y claro que eso empobrece las relaciones. Para la inmediatez y para el tema de la accesibilidad, por ejemplo, las nuevas tecnologías están muy bien, pero la profundidad de las cosas no la da el mundo digital. Lo da la experiencia analógica y más personal.

-¿Recomienda buscar la profundidad en el universo analógico?

-No es lo mismo leerse un libro que mil tuits. Son cosas distintas. Para una cierta superficialidad vale, pero no vas a aprender filosofía mirando tuits, ni a razonar... La tecnología hay que complementarla a las cosas que son buenas, a las cosas que funcionan. No podemos estar cambiando de sistema educativo ni de forma de vivir cada cinco años porque aparezca la tecnología. Tiene que ser una herramienta para ayudar al ser humano, no para sustituirle.

-¿Qué aconsejaría a aquellos que puedan solventar la situación sin recurrir a consulta médica ni a tratamientos?

-Hay que ser positivos, apoyarse en los amigos, las familias y tratar de resolver uno mismo los problemas antes de echarle la culpa a otro, sea este otro una enfermedad o una circunstancia. Buscar y sacar de uno mismo y a donde no llega pues le ayudaremos, por supuesto.