Un empaste o la extracción de un diente cuesta alrededor de 50 euros de media, según un estudio de Facua. Una endodoncia supera los 300 euros pero en algunos casos puede llegar a los 500. Son gastos que no cubre la sanidad pública y que no están al alcance de todos, pese a la importancia de mantener una buena salud bucal. Y algunos gallegos optan por aguantarse el dolor de muelas porque no tienen dinero para ir al dentista. En el último año más de 180.000 personas renunciaron a la atención dental que necesitaban por dificultades económicas.

Así lo revela la última Encuesta de Salud elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que analiza los motivos de inaccesibilidad de la población a la sanidad pública.

Las listas de espera son una de las trabas que dificultan el acceso a la atención sanitaria. Casi el 10 por ciento de los gallegos, un total de 232.900 personas, denuncian una "demora excesiva".

Pero las elevadas distancias al centro de salud o las dificultades de encontrar transporte también pueden complicar que una persona enferma reciba asistencia sanitaria. En esta situación, se encontraron 14.700 gallegos en el último año, según la encuesta del INE.

Pero más numeroso es el colectivo de personas que alega razones económicas para no recibir atención sanitaria. Lo más inaccesible es la atención dental, casi el ocho por ciento de la población declara que no ha podido ir al dentista por falta de dinero.

El Sergas solo asume procedimientos dentales de urgencia, extracciones y traumatismos. También hace revisión y limpieza a las embarazadas. Y los menores de 15 años tienen cubiertos los empastes. Pero todo lo demás debe correr por cuenta del paciente.

Los medicamentos tampoco están al alcande de todos los bolsillos. Un total de 72.600 gallegos asegura que no pudo tomarse la medicación por ser muy costosa.

Y, según la encuesta del INE, otros 46.300 gallegos renunciaron a atención médica general por dificultades económicas. En este grupo se incluyen desde inmigrantes sin tarjeta sanitaria a personas que necesitan de terapias o tratamientos no incluidos en la Seguridad Social.

Y, por último, aunque más reducido, es el colectivo de 1.200 gallegos que renunciaron a la atención mental por no poder pagarse un psicólogo o un psiquiatra.

Estado de salud

El 10 por ciento de los gallegos aseguran que tienen "mala o muy mala salud" . Son los que tienen una visión más pesimista de todo el Estado. De hecho, ocho de cada diez aseguran que tienen alguna enfermedad o problema crónico. De lo que más se quejan es de dolor en la zona lumbar de la espalda (afecta al 28 por ciento de los encuestados), seguido de artrosis (26,6 por ciento) y colesterol alto (26,1 por ciento).

El 22 por ciento de la población reconoce además tener alguna limitación para realizar su vida cotidiana, que puede ir desde problemas en la vista, el oído, falta de movilidad o problemas para recordar o concentrarse.

En una comunidad tan envejecida como la gallega, las principales limitaciones afectan a la población mayor. Un total de 32.900 gallegos de más de 65 años asegura que está impedido para cubrir sus necesidades básicas como comer, asearse, ir al baño o vestirse y otros 28.700 aseguran que lo hacen pero con "mucha dificultad".

Y cuatro de cada diez mayores tiene dificultades en su actividad diaria como cocinar, realizar compras, tomarse la medicación que le toca o hacer tareas domésticas.

En cuanto a los hábitos de salud de los gallegos, la encuesta del INE refleja como el exceso de peso sigue siendo uno de los principales problemas de la población de Galicia. El 41,4 por ciento tiene sobrepeso y el 18,35 sufre obesidad. Además hay 19.000 niños obesos (el 6,18 por ciento del total) y 52.600 con sobrepeso (el 17,1 por ciento).

Y, a pesar de la bajada en el consumo de tabaco, el 17 por ciento de la población sigue siendo fumador diario. Más de 145.000 gallegos fuman más de 20 cigarros al día.

Además hay 409.000 gallegos que beben alcohol a diario.Y 8.500 hacen un consumo intensivo una vez por semana. Se considera consumidor intensivo al hombre que bebe en el intervalo de 4-6 horas más de 6 unidades de bebida estándar y a la mujer que consume más de 5 unidades.