El promotor de la Acción Disciplinaria ha abierto expediente por la comisión de una falta "muy grave" contra la juez de Vigilancia Penitenciaria número 3 de Galicia con sede en Lugo. Se trata de María Jesús García Pérez, que a la salida de su trabajo ejerce, cobrando a sus clientes, como vidente y tarotista.

Por esta segunda actividad, el área de Acción Disciplinaria del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) abrió el pasado 31 de mayo diligencias informativas para comprobar si es la juez quien se anuncia en pasquines que ella misma dejaba en los parabrisas de los coches y ejerce de pitonisa en un céntrico piso de la ciudad de Lugo.

El CGPJ decidió investigar a la magistrada tras ser informado por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, que a su vez fue notificado de su comportamiento por el presidente de la Audiencia Provincial de Lugo, José Antonio Varela Agrelo, tras conocer "la actividad de echadora de cartas del tarot". "Tengo conocimiento de estos hechos, me parece una conducta peculiar y no la puedo calificar. Entonces se la envío al órgano de gobierno para que efectúe esa calificación", detalló Agrelo.

Porque los jueces tienen el régimen de incompatibilidades más estricto de la Administración, con muy poco margen para el desarrollo de segundas actividades. Y ahora, el Poder Judicial ha abierto expediente disciplinario por considerar que la segunda actividad como vidente es "incompatible" con su labor de juez.

La magistrada acumula algunas polémicas en su historial. Fue sancionada por fumar en la sala (en Bilbao) y criticar públicamente la ley de violencia de género o cuestionar a las víctimas (en Santander). Y a su paso por Santiago, los abogados expresaron sus quejas porque se presentó en una vista con su gato.

Pero ya fuera investigada también en 2001 por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) por actuaciones "puntuales" como "stripper". En aquella época estaba destinada en Las Palmas de Gran Canarias y el expediente acabó resolviéndose a su favor.

La juez argumentó que no cobraba por sus bailes como "stripper" y que lo hacía en su tiempo libre. "Su actitud era reprochable, pero compatible porque no tuvo encaje como actividad incompatible", concluyó en su momento la investigación interna.