El elevado gasto en recetas es uno de los quebraderos de cabeza de las autoridades sanitarias, que tratan de ajustar al máximo la factura farmacéutica y evitar despilfarros. Sin embargo, muchos de estos medicamentos terminan guardados en un cajón y acaban caducando. Casi 280.000 gallegos reconocen que almacenan en casa envases prescritos por su médico. La mitad tienen medicamentos que se recetan por adelantado y que se tienen de reserva para que no falten, según el Barómetro del Ministerio de Sanidad. Sin embargo, la otra mitad no tiene pensando tomárselos ni ahora ni más adelante. Más de 75.000 personas lo justifican en que les cambiaron el tratamiento. Pero hay otros sesenta mil gallegos que directamente aseguran que, a pesar de haberlos recogido de las farmacias, decidieron no tomar la medicación.
Los médicos de familia constatan que es habitual y advierten que conseguir la adherencia al tratamiento es fundamental para garantizar la eficacia de las medicinas. Algunos pacientes no llegan ni siquiera a recoger los fármacos recetados en las farmacias. Pero otros sí los retiran, con el consiguiente gasto para las arcas públicas, y a pesar de ello no los toman. La casuística es variada y difícil de explicar hasta para los propios profesionales que no entienden a qué se debe la predisposición de algunos pacientes a acumular envases enteros de medicamentos sin usar en sus domicilios.
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El miedo a los efectos secundarios es la principal razón por la que muchos de estos gallegos deciden prescindir del medicamento recetado. En otros casos, aunque en menor medida, según señalan los médicos de familia, es el "hartazgo" por tener que tomar muchos medicamentos durante periodos prolongados de tiempo. A veces sucede también que, a pesar de haber recibido un tratamiento para varios meses, el paciente se encuentra mejor y decide interrumpirlo.
El 73 por ciento de los gallegos que guarda medicamentos en casa tiene menos de cinco envases llenos, pero hay casi 43.000 que acumulan entre cinco y diez fármacos sin abrir. Es muy habitual, según los médicos de familia, guardar, por ejemplo, analgésicos. Y, algunos de los fármacos que se meten en el cajón, son además "muy caros" como los parches para el dolor, según explica el presidente de la Asociación de Medicina Familiar, Jesús Sueiro.
No tomarse la medicación prescrita es habitual, pero incluso entre los que sí deciden seguir el tratamiento son frecuentes los incumplimientos. "Hemos hecho seguimiento de casos de hipertensión y comprobamos distintos perfiles de incumplidores. Hay gente que se toma a raja tabla las pastillas para la tensión de lunes y viernes y el fin de semana no, por ejemplo", explica Sueiro.
En su encuesta, el Barómetro del Ministerio de Sanidad ha preguntado también a los usuarios por el funcionamiento de la receta electrónica. En Galicia casi uno de cada diez gallegos asegura que ha tenido problemas a la hora de retirar sus medicamentos en la farmacia.
Jesús Sueiro - Médico de familia
"Mucha gente se echa para atrás al leer el prospecto"
El presidente de la Asociación de Medicina Familiar, Jesús Sueiro, avisa que es "frecuente" que los pacientes decidan no tomar la medicación. Algunos ni siquiera la retiran de la farmacia y otros sí, pero guardan los envases en casa.
-¿Por qué un paciente recoge el fármaco que le recetan y luego decide no tomárselo?
-La gente llega a casa y lee los prospectos y algunos te ponen los pelos como escarpias cuando te explican todos los efectos secundarios, aunque sean muy raros. Esto genera inseguridad en gente que ya no es proclive a tomar fármacos.
-¿Puede poner esto en riesgo su salud?
-Normalmente no son casos graves. Por ejemplo, mucha gente se viene quejando de dolor. Y eso es muy subjetivo porque a veces su problema es otro y exageran ese dolor para que se le hagan más pruebas. Al final el médico le da el analgésico, pero no lo toman porque buscaban otra cosa.
-Pero al retirarlos de la farmacia, ¿eso supone un gasto para el Sergas?
-Claro. Y a veces, sabiendo que no lo van a tomar, lo retiran igual. Es absurdo, pero lo hacen. Es como una patología psicológica que los lleva a almacenar envases.
