Las empresas y sociedades agrarias ya están obligadas a comunicarse de forma electrónica con la Seguridad Social desde principios del año pasado. Beatriz Cadahía, cotitular con su marido de la explotación láctea Cotobade S.C. en Chantada (Lugo) ya tenía correo electrónico, pero tuvo que crear uno de la sociedad para recibir todas las comunicaciones de la Seguridad Social. Aunque no es experta en las nuevas tecnologías admite que "se defiende" y tiene internet en el móvil desde el que todos los días está obligada a revisar el correo para que si recibe alguna notificación no se le pase el plazo para hacer el trámite, que en algunos casos es inferior a cinco días. "Con el trabajo que hay en la explotación no puedo estar cada cinco minutos pendientes del teléfono móvil", dice.

Aún así tuvo que recurrir al sindicato agrario al que está afiliada para que le realicen las gestiones porque no tiene impresora ni escáner en casa, que necesitaría para imprimir la documentación que le envían desde el organismo estatal y una vez cubierta volver a escanearla para enviarla. En su caso, paga una cuota anual a la organización, pero conoce casos de otras entidades que recurren a gestorías en las que por cada papel le cobran hasta 60 euros.

Su sociedad está inmersa ahora en un plan de mejora para ampliar las instalaciones para el que le reclaman un gran volumen de documentación. "A veces no hay manera de abrir los archivos porque no son compatibles con mi teléfono u ordenador y no siempre sabes adonde hay que mandar los papeles", lamenta. En este proceso se encontró también con las dificultades para poder firmar un documento, algo que antes se hacía en la oficina agraria donde se entregaba toda la documentación. Ahora ha descubierto que solo funciona la firma electrónica.

Además de los trámites electrónicos con la Seguridad Social también tiene que cubrir, -por ahora a mano aunque también está en proceso de digitalización-, los papeles sobre altas y bajas de ganado, datos sobre pastoreo y fitosanitarios, de las entregas de leche... "Paso más tiempo con el teléfono y el ordenador y cubriendo papeles que atendiendo la explotación y no es compatible", denuncia la ganadera.

A Antonia (nombre ficticio), vecina del concello coruñés de Malpica y propietaria de una explotación láctea de 15 vacas, ya le ha llegado también la carta de la Seguridad Social en la que le solicitan el número de teléfono móvil y el correo electrónico para poder realizar desde octubre todas las gestiones online. Por ahora no es muy consciente de lo que significa y de cómo cambiará la forma de comunicarse con el organismo que lleva sus cotizaciones. No tiene ordenador y tiene claro que no va a comprarlo "para este asunto". Ni tampoco instalar internet. Como alternativa se planteó recurrir a un familiar que vive cerca y que tiene internet y consultar el correo una vez al mes.

Pero al enterarse de que es necesario estar pendiente casi a diario del correo electrónico porque para algunas gestiones solo se da un margen de unos días desde que se recibe la documentación barajó otra opción: que sus hijas se encarguen de crear el correo y estar al tanto de las notificaciones, a pesar de que ninguna vive allí ni trabaja en la explotación familiar. También tendrían que ocuparse de estar al tanto de las comunicaciones que reciban como de solicitar a su madre la documentación necesaria para reenviarla. La posibilidad de recurrir a una gestoría la descarta totalmente. "Tenemos ya demasiados gastos en la explotación como para asumir otro más y sobre todo por este motivo", denuncia Antonia. Admite que en su caso aún tiene la ventaja de poder recurrir a sus hijas a diferencia de otros ganaderos que viven solos o no tienen a nadie cerca que les pueda ayudar: "Menos mal que las tengo a ellas porque nosotros no sabemos nada de internet y aunque supiéramos tampoco tendríamos tiempo para hacerlo porque solo somos mi marido y yo para atender el ganado y las fincas".

Aún recuerda cuando su marido tuvo que asistir a los cursos obligatorios para manejar productos fitosanitarios y "perdía toda la mañana" y, por tanto, eran "dos manos menos" para atender la granja en la franja horaria de mayor actividad. Considera que sería necesario poner en marcha formación para que en el rural aprendiesen a manejar estas herramientas pero, al mismo tiempo, lo ve "incompatible" con el trabajo en el campo.