Es una de las asignaturas pendientes de la legislatura pasada: bajar de 100 a 90km/h la velocidad máxima en las carreteras convencionales. Son las más peligrosas para los conductores ya que concentran más del 90% de los accidentes mortales ocurridos en la red viaria gallega. Nada más ponerse al frente de la Jefatura de Tráfico A Coruña y como coordinadora de la DGT en Galicia en 2013, Victoria Gómez Dobarro, advertía de que no podía haber tantas variaciones de velocidad ya que esta elevada señalización cambiante "confunde al conductor" y hace que "pierda el norte". En la nueva Ley de Tráfico, se incluirá la reducción genérica de la velocidad en las vías convencionales a 90 km/h, tal y como avanzó el director de la DGT, Gregorio Serrano, con el objetivo de reducir la mortalidad en torno a un 10%.

Las estadísticas reflejan la incidencia de pisar más de la cuenta el acelerador en las cifras de accidentalidad: la mitad de los conductores circulan a velocidad inadecuada (no se adaptan a las condiciones de la carretera si hay obras o están en mal estado o al tiempo, si llueve, graniza o hay niebla) y un 20% supera en 10 km/h el límite establecido. ¿Las consecuencias? La velocidad está detrás del 21% de los accidentes mortales. O lo que es lo mismo, uno de cada cinco siniestros con fallecidos se puede evitar si se respetan los límites de velocidad establecidos.

Para tratar de concienciar del riesgo de poner el vehículo a más velocidad de la establecida, la Agrupación de la Guardia Civil de Tráfico puso ayer en marcha una campaña de control que se desarrollará hasta el domingo. En el dispositivo de abril del año pasado, las patrullas controlaron a más de 24.000 vehículos en Galicia, de los que casi 4.000 fueron sancionados por pisar más de lo debido el acelerado, lo que supone una media de 560 cada día. La cifra se duplica si se añaden las infracciones interceptadas por los radares fijos. Hasta un total de 1.160 conductores son sancionados cada día en la comunidad por exceso de velocidad, un balance que la convierte en la tercera comunidad -solo superada por Andalucía y Castilla y León- con más denuncias por no respetar los límites al volante. Fueron casi 425.000 los expedientes por velocidad abiertos en las carreteras gallegas -según los últimos datos disponibles de 2016-, un 18,5% menos que el ejercicio anterior pero un 5,6% más que antes del estallido de la crisis.

"La idea es que la totalidad de las vías convencionales tengan un límite a 90 km/h, límite que los titulares de esas vías podrían elevar a los niveles que consideraran razonables, atendiendo a la conservación y trazado", apuntó ayer el director de Tráfico, Gregorio Serrano.