A veces los sueños se contagian. Es lo que le ha ocurrido a Aitor Lata, de Oza-Cesuras (A Coruña). Su hermano empezó con la agricultura ecológica y decidió seguir sus pasos, aunque carecía, como él mismo reconoce, de "experiencia previa". Su familia no vivía del campo, aunque "se cultivaba lo típico, para comer".

La (buena) influencia de su hermano y algún cursillo del concello hicieron que le entrase "el gusanillo" de probar en un mundo que poco tiene que ver con el que conoció en su experiencia laboral previa: el bar. "No te llena ni te da lo que necesitas", cuestiona, "así que decidí orientarme a otra cosa".

"No hay mucho dónde elegir", comenta, "y que por encima te guste". Y a él le gusta "mucho" la agricultura, los animales, la huerta... "Después de vivir de camarero, no hay color", proclama.

Y suma puntos si piensa en los hijos, añade. "Tengo dos pequeños y le doy mucha importancia a poder disfrutar de tiempo con ellos. Si no tomas la decisión de hacer algo por tu cuenta, no tienes la posibilidad", explica.

La aventura de Aitor tiene dos tiempos: sembrará 400 frutales (100 perales y 300 manzanos de diferentes variedades pero "todas del país") que tardarán entre tres y cuatro años en ser aprovechables y lo asociará con algo más "inmediato": productos de huerta ecológicos "nada exóticos" en un invernadero de 1.400 metros cuadrados. Aitor es optimista y cree que hay "margen" para crecer porque no hay demasiada competencia. Eso sí, advierte, "hay que ponerle ganas y voluntad".