Dime para qué usas el suelo y te diré por qué arde. Así podría aludirse a una de las facetas de la investigación publicada este verano en "Forest Ecology and Management" por la doctora de la Universidade de Vigo María Calviño-Cancela y firmada también por María Luisa Chas Amil, Eduardo García y Julia Touza en la que buscan resolver el complejo puzle del riesgo de incendio.

En un momento en que las autoridades apunta a una posible "trama" y que la Fiscalía arrancó una investigación para dirimir si existió una "planificación coordinada" tras la oleada de incendios que golpeó los días 15 y 16 de octubre a Galicia y que calcinó 49.171 hectáreas, su investigación, en la que parten más de 26.800 informes de incendios registrados entre 2006 y 2011, incluye un cuadro que recoge las causas de los fuegos y que permite comprobar que, en efecto, tras la mayor parte está la mano humana y que son intencionados, aunque no están planteados para hacer daño. Más bien son consecuencia de lo que los autores encuadran en "gestión de la agricultura y la vegetación", paraguas bajo el que engloban los fuegos causados por granjeros en quemas agrícolas, mantenimiento de márgenes, limpieza de arbustos, control de animales considerados dañinos para los cultivos o el ganado y los relacionados con la apicultura.

Según figura en el artículo, y aunque el porcentaje varía según el uso que se le da a la tierra o la cobertura vegetal, otro factor al que dan mucha relevancia y que analizan, junto a la topografía del terreno, en su informe, ese manejo de la biomasa es la causa que estaría tras un porcentaje más alto de fuegos. En el caso de terrenos agrícolas supone entre 55,8 y un 63% de incendios, en función de si las fincas están en zonas donde conviven asentamientos humanos y forestales o no. Porque otro de los determinantes que inciden en los incendios es que sucedan o no en zonas de cibtacto de las viviendas y monte.

En el caso de los pastos, los porcentajes de focos vinculados a la gestión agrícola de arbustos y quemas van del 59 al 64,5%, en este caso el porcentaje más alto en áreas donde se rozan infraestructuras humanas y terrenos forestales. E incluso en el bosque atlántico, el formado habitualmente por carballos y castaños, esta causa supondría más del 60% de los fuegos y en un intervalo de entre el 35 y el 60% según se trate de plantaciones de pino, eucalipto, las dos o ambas mezcladas con frondosas y en función de su separación de poblaciones.

Tramas e imprudencias

Que los focos estén con más frecuencia asociados a agricultura y manejo de la vegetación sucede pese a las regulaciones que prohíben las quemas en verano, lo que para los autores hace necesario concienciar más a los ciudadanos de los peligros que implican.

La tendencia dibujada por el artículo no difiere demasiado de la obtenida por la Fiscalía Superior de Galicia en un estudio realizado tras la ola de incendios de 2006 con que buscaba también averiguar si tras las enormes extensiones de superficie quemada se hallaban tramas organizadas. Concluía que las principales responsables eran imprudencias en prácticas tradicionales como las quemas de rastrojos, además de colillas mal apagadas, barbacoas o pirotecnias. En un 17,8% de los casos vinculaba el fuego a intereses económicos (que el artículo rebaja a un máximo de un 4% en plantaciones mixtas de eucalipto en linde con poblaciones) y uno de cada cinco, a personas con problemas psicológicos.

En el artículo de Calviño-Cancela, Touza, Chas Amil y García, las personas violentas o mentalmente enfermas explicarían sobre un 30% de los incendios en zonas de eucalipto y/o pino, mientras su incidencia se rebajaría a un 12-15% en focos en zona agrícola y a un 6-7% en las frondosas. Para los científicos, el valor económico de las plantaciones de especies de crecimiento rápido las vuelve objetivo de individuos "dispuestos a causar daño a los propietarios". "Sin embargo", añaden, la mayoría de los fuegos se les achacan a pirómanos, que "supuestamente no tienen motivación consciente". Para los científicos, "la incidencia de los fuegos vinculados a este desorden mental está a menudo sobreestimada" y puede ocultar las verdaderas motivaciones de los incendiarios.

Otros porcentajes destacabales son el 17% de fuegos en zonas de matorral para pasto o el 11% en bosque atlántico pegado a poblaciones por actividades de recreo (campings, pirotecnia, cigarros...)