Los daños producidos por los incendios van más allá del efecto de las llamas, especialmente en Galicia, cuyas rías constituyen un motor económico para miles de personas. Frenar la posible llegada de cenizas arrastradas por las lluvias que llegarán en otoño al mar, a los ríos o a los acuíferos constituye una de las acciones prioritarias tras la oleada de incendios que en tres días calcinó 35.000 hectáreas y causó la muerte a cuatro personas. En esa estrategia de protección, el uso de paja será la técnica elegida. El concello de Vigo ya ha adquirido casi 17 toneladas para proteger sus montes. Ahora le toca el turno a la administración autonómica, que evalúa las zonas de actuación más urgente. Baiona se encuentra en la categoría prioritaria y será de las primeras en recibir atención.

La investigadora del departamento de protección forestal del centro de investigación de Lourizán, Cristina Fernández, alerta, en declaraciones a Europa Press, del "reto" que supone planificar las actuaciones debido al calendario, con el final de octubre vislumbrándose y, por tanto, con mayor riesgo de precipitaciones cuantiosas. "La ventana de actuación se ha acortado como nunca y eso supone un reto", explica sobre una actuaciones cuya planificación están estudiando.

El uso de paja como escudo frente al efecto arrastre de las lluvias, que se llevarían al mar y a los ríos la mezcla de ceniza y restos vegetales y minerales que legaron los fuegos, se denomina "mulching" y solo se utiliza, cree Fernández, en otro país, Canadá, al margen de Galicia. De hecho, en la comunidad se lanzó desde helicópteros en 2013 para proteger zonas de Porto do Son.

"Lo más importante es proteger el suelo de la acción de la lluvia", insiste Fernández, quien considera posterior abordar la fase de restauración. Sin embargo, todavía debe analizarse cómo actuar.

En Vigo, sesenta voluntarios iniciaron ya las tareas de protección del monte Alba mediante el uso de la paja, pero la edil de Medio Ambiente, Chus Lago, matizó que algunas zonas todavía se están enfriando e incluso humean.

Los expertos alertan de que el subsuelo puede seguir ardiendo a una profundidad de hasta un metro mientras la superficie parece apagada. De ahí el riesgo de rebrotes incluso un semana después de la extinción de un foco si se dan determinadas circunstancias, como viento, falta de humedad y combustible vegetal cercano.

La Xunta reiteró ayer la ausencia de riesgo de riadas por ahora. "No hay por lo de ahora peligro de riadas, peligro de que las cenizas puedan llegar a los ríos, pero esto no significa que sea una foto fija, y tenemos que seguir trabajando. Mañana [por hoy] es un día importante porque habrá una reunión con Medio Rural y otras consellerías para hacer una valoración certera de la situación en las que nos encontramos", declaró ayer la conselleira de Medio Ambiente, Beatriz Mato, a la cadena Ser.