Incredulidad, rabia, alivio, tristeza, orgullo comunitario. La resaca de una jornada dantesca en Vigo y su área dejó emociones diversas y a veces contradictorias entre los afectados. Con los montes todavía humeantes, muchos de los vecinos que sintieron el fuego de cerca vivieron un lunes muy alejado de sus rutinas. La negrura de los montes y el olor a quemado marcaron inevitablemente el día después.

La carretera PO-552, que une Vigo con Baiona, amaneció con toda la ladera calcinada tras pasar por las Roteas, a unos centenares de metros de la iglesia románica de la parroquia de Coruxo. Al pie de la vía una nave de productos de floristería quedó a punto de ser devorada por las llamadas. "La salvamos milagrosamente", cuentan sus propietarios con el desahogo de haber protegido los frutos de toda una vida laboral. Estuvieron hasta las 4 de la madrugada peleando contra el fuego ayudados por una treintena de voluntarios, a los que agradecen su esfuerzo altruista.

Más adelante un vecino de casi 80 años, con la ropa todavía ennegrecida, explica que se pasó la noche en pie, defendiendo su casa. Su esposa, aquejada de una severa enfermedad degerativa, tuvo que ser trasladada al hospital Povisa para prevenir males mayores.

Indignación

Solo unos centenares de metros monte arriba, en el barrio de Abade, los vecinos estaban indignados por la falta de ayuda. Una pareja, cuya casa se quedó a unos metros de las llamas, tuvo que desalojar a sus dos hijos pequeños y quedarse para salvar la vivienda. Se quejan de que, pese a las reiteradas llamadas, nadie del dispositivo apareció para echarles una mano.

En la parte más alta de Coruxo, en Fragoselo, el panorama no era mejor. El 80% del parque forestal, que tiene más de 200 hectáreas, quedó arrasado, según las estimaciones iniciales del presidente de los comuneros, Antonio Ocampo. En las inmediaciones, la ciudad deportiva del Coruxo, en cambio, corrió mejor suerte. Se salvaron el terreno de juego y los vestuarios, y se perdió un coche, la caseta de la cantina y se cortó el suministro eléctrico, contó el presidente del equipo vigués, Gustavo Falqué.

"Mires donde mires está todo negro, es increíble", constata la madre de dos estudiantes del colegio Estudio, en Chandebrito, que tuvo que suspender sus clases ayer y hoy tras quedar acorralado por el fuego. El invernadero del centro sufrió graves daños, y la parte de infantil también está muy afectada.

La carretera que enlaza la zona de Fragoselo con Chandebrito da una idea del desastre: hórreos y galpones calcinados y cientos de esqueletos de árboles en los, hasta el sábado, frondosos sotos que jalonan la vía.