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La actividad vinculada a la alimentación contamina más que el transporte en Galicia

En España y Europa la situación es inversa - Investigadores lo atribuyen a la preferencia por la carne y los lácteos - El sector servicios supone el 30% de toneladas de CO2

Una ordeñadora automática en una granja industrial de Alemania Greenpeace

Llevarse un pedazo de comida a la boca puede parecer un gesto inocuo desde el punto de vista ambiental. Sin embargo, en el camino hasta el plato, los alimentos van dejando un rastro de contaminación, desde el agua para los regadíos hasta los gases que emiten las vacas o la gasolina que se quema al transportar los productos. Es lo que los científicos conocen como huella ecológica -de carbono si se refiere en concreto a las emisiones-, y en Galicia es más profunda por la producción y consumo de comida que por la movilidad, un comportamiento que no se da ni en el reto de España ni en el conjunto de la Unión Europea (UE).

Es la conclusión a la que han llegado los investigadores del Proyecto Glamurs, realizado conjuntamente por 11 instituciones académicas europeas y coordinado por la Universidade da Coruña. Según los datos, la actividad vital -alimentarse, ir a trabajar, salir a divertirse, comprar ropa, etc.- de cada gallego genera una media de 11 toneladas de CO2 al año, un registro ligeramente inferior a las 11,4 de la UE y de los 11,2 de España. Que una región con menor renta contamine menos es lo habitual.

Sorprende, en cambio, analizar de dónde proceden esas emisiones. En el caso gallego, casi un 23% salen del consumo de alimentos, más de cinco puntos por encima de la Europa comunitaria. La movilidad produce menos del 22%, cuando en el resto de la Unión se acerca al 25%.

La huella de carbono en Galicia Simón Espinosa

Las claves, de acuerdo con los autores del estudio, se hayan en la importancia de la comida como símbolo de estatus y su componente socializador -los gallegos celebran a la mesa-, y también en la preponderancia en su dieta de la carne de vacuno y de los lácteos, cuya producción genera gran cantidad de emisiones. La preferencia por los productos frescos, cuando estos están fuera de temporada y exigen su transporte desde latitudes lejanas, también influye.

El estudio aporta datos de todas las regiones de la UE, pero escoge siete para analizar en detalle, entre ellas Galicia. Por ejemplo, la comunidad comparte con Escocia el alto impacto de la alimentación; en cambio difieren en gran medida con respecto a las emisiones producidas por la vivienda, desde la producción de los materiales hasta la calefacción. De hecho, Galicia emite menos de la mitad de gases contaminantes -suponen el 11% del total- que la media comunitaria en este campo, lo que los investigadores atribuyen al menor uso de sistemas de climatización, tanto invierno como en verano, y a la mayor presencia de fuentes renovables en su mix energético.

En todo caso, el sector que se lleva la parte más grande en la tarta de las emisiones es el de los servicios, en el que se incluye la sanidad, la educación, el turismo o las asesorías. En Galicia, y en el conjunto de España, suponen casi el 30%, el doble que en el conjunto del bloque comunitario. El informe explica que se debe al peso del turismo en la economía, una actividad con alto impacto en emisiones.

Otra diferencia con Europa en el reparto del dióxido de carbono generado se encuentra en las manufacturas, que en Galicia suponen unos cinco puntos porcentuales menos que en Europa, consecuencia de la menor industrialización.

El ámbito que menos impacta, por debajo del 4% de emisiones, es el del textil, aunque en Galicia es algo superior que en la UE.

Adina Dumitru, investigadora en asuntos ambientales: "Producir carne genera muchas emisiones"


Adina Dumitro tomó el relevo de su compañero en la Universidade da Coruña Ricardo García Mira en la coordinación del proyecto europeo Glamurs, que contó con 5 millones de financiación de la Comisión Europea. Alerta de que el actual ritmo de consumo de recursos supera los límites tolerables. A nivel individual apuesta por reducir el consumo de carne e incrementar el de los productos locales, y a las administraciones les reclama medidas para favorecer una movilidad no contaminante.


-La huella ecológica en Galicia es inferior a la de la economías más desarrolladas, pero el triple que la media global. ¿A qué nivel habría que aspirar?


-La huella ecológica no debería superar los límites planetarios, que es la capacidad del planeta para tolerar las emisiones y el uso de agua y tierra de forma que permita la supervivencia de la población en límites decentes. España necesitaría el doble de los recursos que tiene para estar en los límites planetarios. Hay quién dice que se debería establecer un límite de toneladas per cápita, desde una per cápita, hasta dos o tres. El problema es que Europa está muy por encima de lo tolerable.


-¿Qué medidas se pueden tomar desde Galicia para reducir este impacto?


-Se puede hacer mucho en alimentación, en la transformación de la dieta hacia el consumo de productos locales y de temporada.Y hay que procurar consumir menos carne. Galicia tiene un consumo grande de carne y lácteos. Toda la producción cárnica, sobre todo de ternera, y de lácteos genera muchas emisiones y requiere de mucho territorio.


-En el estudio dicen que es también una cuestión de socialiación y de estatus.


-Eso es muy relevante en Galicia.Las normas sociales son muy importantes. Mucha gente considera que si no come carne es casi como no comer. En Bélgica hace poco se fijó un día vegetariano. Son medidas que permiten cambiar el concepto de normalidad.


-Será difícil porque está muy interiorizado.


-Se requiere un cambio de mentalidad. No sería factible que todo el mundo fuese vegetariano, pero sí cambiar la perspectiva. Pasar de pensar que se debe consumir cada día de la semana a que se coma menos pero de calidad, de proximidad y que se produzca sin patrones intensivos. Es difícil pero cosas más difíciles se han visto, como la extensión en el uso del cinturón. Con ciertas campañas bien encaminadas se consiguen esos cambios.


-¿Qué nivel de conciencia ecológica existe en la comunidad?


-Hay áreas en las que la población sí que se ha hecho muy consciente. Por ejemplo, el reciclaje o el cambio climático. Pero muchas veces eso no se traduce en cambios de estilos de vida. El conocimiento por sí solo no lleva al cambio de comportamiento. El ser humano tiene capacidad limitada para gestionar la información. Si cada vez que tenemos que comprar algo tenemos que tener en cuenta mil cosas no lo vamos a hacer. Los productos tienen que tener etiquetas claras sobre su sostenibilidad. Y desde los poderes públicos se debe facilitar el comportamiento ambiental, como en la movilidad, desde infraestructuras seguras para bicis hasta transporte público que permita reemplazar el coche.


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