En estos tiempos convulsos de repúblicas e independencia, Galicia también tuvo en su historia su república independiente y democrática al sur de Ourense. Sus dirigentes eran elegidos por los vecinos; el Parlamento estaba en el atrio de la iglesia; todos los acuerdos se ratificaban en asamblea; no se consideraban españoles ni portugueses; estaban exentos de pagar impuestos o de acudir al servicio militar y no podían ser detenidos a no ser que se alejasen más de cinco kilómetros de sus casas. El gallego lo utilizaban en sus conversaciones y el castellano, para los documentos escritos.

Este antiguo microestado independiente se llamó Couto Mixto y existió durante 700 años, entre los siglos XII y XIX. Estaba formado por tres aldeas -Santiago, Meaus y Rubiás-, que ahora pertenecen a los ayuntamientos de Calvos de Randín y Baltar, en el sur de la provincia de Ourense, muy cerca de la frontera con Portugal. Esta república independiente, de poco más de 26 kilómetros cuadrados, 10 más que todo el ayuntamiento de A Coruña, nunca llegó a superar el millar de habitantes.

Couto Mixto está enclavado en un terreno montañoso, entre las sierras del Cebreiro y de Larouco Pena. Sus tierras no son muy fértiles por lo que en aquellos tiempos vivían sobre todo del comercio y del contrabando. Pese a que han pasado casi 150 años desde que dejó de ser independiente y se anexionó a Galicia todavía quedan vestigios de aquella época en las localidades de aquel microestado. Por ejemplo, el banco en el atrio de la iglesia de Santiago donde se sentaban las autoridades que habían sido elegidas por todos los vecinos y donde tomaban todas las decisiones en asamblea.

También hay una estatua de bronce que representa al penúltimo máximo responsable que tuvo este territorio independiente. Y aún se conservan vestigios del Camiño Privilexiado que utilizaban para comerciar con sus vecinos portugueses.

La forma de organización política era pionera en España. Una España que no nació como tal hasta tres siglos después del alumbramiento de Couto Mixto. Era un autogobierno completamente democrático. La máxima autoridad, que tenía poderes ejecutivos, legislativos y judiciales, era elegida de forma democrática por todos los vecinos. Su mandato duraba tres inviernos. El Gobierno estaba compuesto también por los homes do acordo, tres personas que representaban a cada uno de los tres pueblos que formaban este territorio independiente. Junto a ellos se sentaba el vigairo do mes, que era el encargado de ejecutar las órdenes de este particular Ejecutivo.

Cada uno de los tres homes do acordo tenía una llave que abría cada una de las tres cerraduras de un arca donde se guardaban todos los documentos. Para abrirla se organizaba una ceremonia en la que tenían que estar presentes los tres portadores de las llaves.

El sistema político que habían instaurado era el de una república federal. La localidad de Santiago era lo que hoy se denominaría la capital del microestado y el centro de la administración. Era allí donde se reunía su Gobierno. También era la sede del único banco y de la única farmacia que había en todo el territorio. Rubiás era la localidad más grande del microestado y la más próxima a Portugal, y Meaus, el centro económico y comercial. Desde esta última se exportaban e importaban café, tabaco, plátanos, aceite, sal o sedas.

Los habitantes contaban con numerosos privilegios y no tenían que rendir cuentas ni a la Corona de España ni a la de Portugal. No estaban obligados a adquirir ninguna de las dos nacionalidades; estaban exentos de pagar impuestos; podían dar asilo a todos aquellos que estuviesen huidos de la Justicia española o portuguesa; no podían ser detenidos ni en el Couto ni a una legua (5,5 kilómetros) de distancia, y tampoco aportaban hombres a ningún ejército. Sin embargo, sí podían llevar armas.

Para recordar los 700 años de república independiente, en julio los habitantes de estas tres aldeas realizan una ofrenda a la estatua del penúltimo juez que tuvo el Couto, se reúnen en la iglesia de Santiago y nombran a tres jueces honorarios, en recuerdo de los tres homes do acordo. Los visten con capas negras, a cada uno les entregan una llave y finalmente guardan todos los documentos en un arca. Como ocurrió hasta hace casi 150 años en este microestado republicano e independiente hasta que en 1868 dejó de serlo.