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Principiantes en construir futuros

Casi mil docentes aprobaron la OPE de junio - Para algunos dar clase es una experiencia nueva y van al aula como sus alumnos: con nervios, ilusión y ganas de aprender

Sabela Pérez imparte clase en Primaria. // FDV

No hace tanto tiempo, recuerda Sabela Pérez López, también ellos recogían las carpetas y los libros cuando sonaba el timbre y se iban a casa tras un largo día de "cole". Ahora han vuelto a las aulas, pero gracias a muchas horas de estudio para sacar las oposiciones le han dado la vuelta a la perspectiva: ahora son ellos los que tienen un montón de caritas sonrientes delante, como explica esta maestra lucense. Pero eso no supone dejar de aprender, sino todo lo contrario. Ser docente requiere estar en constante "actualización", proclama Sabela, a la que le ha tocado estrenarse en la pública en el CEIP Antonio Fernández López, en Ourol, y a más de 120 kilómetros de distancia, en el centro Wenceslao Fernández Florez, de A Coruña, comparte su parecer el pontevedrés Miguel Morillo Dapena, quien asegura que cuando "más aprende es ahora, al ver el día a día".

Desde que tiene memoria, Sabela quiere ser maestra y lo ha conseguido tras años de insistencia: sus primeros discípulos, "las personas más importantes de la sociedad" y una suerte de familia por horas, gastan zapatos pequeños, los propios de niños de Primaria de 7 y 8 años. En cambio, a Miguel, que sacó la oposición a la primera, el destino lo convenció de dedicarse a las aulas al tercer intento, después de probar un par de carreras más, una de ellas Enfermería, con la que su actual especialidad tiene bastante en común. Porque a él lo que le gusta es "ayudar a la gente" y en pedagogía terapéutica, que sirve de apoyo en las aulas, puede cumplir su deseo de echar una mano "a quien más lo necesita".

Además del esfuerzo que requiere sacarse una plaza de funcionario (por ahora en prácticas), ambos tienen en común mucha ilusión por la nueva vida que empiezan, que nunca habían impartido antes clases (o sienten que es la primera vez, como Sabela) y que ambos son conscientes de que aunque, como dice Miguel, "la educación tiene que venir principalmente de casa", sobre sus hombros recae una gran "responsabilidad".

Un rol "importante"

Un rol "importante"

"Los profesores tenemos un papel muy importante: formamos al resto de las profesiones. Todos los mayores del futuro pasan por las aulas y eso es una gran responsabilidad y los padres tienen que ayudar", explica este pontevedrés de 28 años que trabaja con niños de 2º a 6º de Primaria y que asiste a los más rezagados para que se pongan al día, sobre todo con Matemáticas y Lengua.

Desde el interior de Lugo Sabela, de 31 años, lo suscribe al explicar por qué tras meses de hincar los codos para las oposiciones tendrán que asumir que esa postura será un hábito, porque su profesión les exige un reciclaje continuo: "La sociedad cambia cada segundo y tienes que prepararte porque tú preparas a los niños para que vivan en el futuro". Por eso no se extraña, y tampoco le arredra, que ahora el docente tenga que formarse también en idiomas, nuevas tecnologías o atención a la diversidad.

Esa "diversidad" no es solo un sustantivo sobre el papel. Para Miguel es básico tener en cuenta que "cada alumno es un mundo" y que "hay que aceptarlos como son". Para eso no le viene mal su formación, porque los docentes tienen que tener "una parte de psicólogos", dice.

Los maestros primerizos están tan nerviosos como sus alumnos. De espaldas a la pizarra se ve el mundo diferente. Si el niño teme "no entiendo", el profesor es su espejo: "¿Me entenderán? ¿Lograré conectar con ellos?", se pregunta Sabela haciéndose eco de una inquietud de ambos. "Es raro al principio estar del otro lado", confiesa Miguel, pero los compañeros arropan a los novatos y las primeras semanas de clase tienen final feliz pese a que la tarea a la que se enfrentan exige reinventarse cada día para mantener la capacidad de "motivar" a los niños, explica. El truco está en la "pasión por enseñar", añade. Y avisa de que eso los niños lo perciben.

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